Color, simbolismo, pasión y, sobre todo, mucha devoción son los ingredientes de la romería de La Virgen de las Encinas en Abraveses de Tera, que acogió la llegada de los pendones de diez pueblos zamoranos y leoneses, cuyos pendoneros hicieron frente al sofocante calor y cargaron orgullosos sus emblemas para otorgar un color especial a la ermita.

Vecinos del propio Abraveses, Colinas de Trasmonte, Palacios de la Valduerna, Miñambres de la Valduerna, San Román de la Vega, Quinta del Marco, Posadilla de la Vega, San Vicente Mártir, Ayoó de Vidriales y Carracedo de Vidriales fueron los que durante el día de ayer cargaron los pesados pendones bajo el radiante sol de mediodía camino arriba hacia la ermita de la Virgen de las Encinas.

“Esto es un acto muy bonito, muy simbólico y no tiene que perderse”, manifestaba “El Ti Joaquín”, un pendonero que había subido hasta la romería cargando el pendón de Ayoó de Vidriales.

Uno de los pendones en la romería.| C. G. R.

“No son banderas, porque hay gente que habla de los pendones como si fueran banderas y eso hasta nos ofende, esto es una cosa diferente”, explicaba Joaquín. Añadía que las principales diferencias residen en la orientación del paño. “Las banderas van rectas desde el mástil, mientras que el paño del pendón tiene una caída característica”, apunta.

Cada pendón cuenta con una estructura similar, cuya base es una vara de entre tres y catorce metros, a la que va sujeto el paño con los colores correspondientes. “La altura ideal son entre 7,5 y 8,5 metros”, apuntan desde la Asociación de Pendones del Reino de León, aunque haya pendones que se eleven hasta los 13 o 14 metros de altura.

Ermita de la Virgen de las Encinas en Abraveses de Tera. | C. G. R.

Cada vara suele ir rematada con una capelina, que no es si no un pequeño trozo de tela que tapa el punto más alto de la vara, donde se une con una cruz y el remo, que son dos pequeñas cuerdas que ayudan a guiar el paso del pendón durante su transporte. “Antiguamente se dudaba si debía ir primero la cruz o el pendón, hasta que se decidió juntar ambas cosas en un mismo elemento para que no hubiera dudas”, explicaba Joaquín.

Las romerías de pendones leoneses son, además de una muestra de devoción, una gran oportunidad de hermanamiento entre pueblos. “Cada pendón representa a todo un pueblo, y en eventos como este siempre te relacionas y hablas con otros pueblos que también están representados en otros pendones y eso es muy bonito”, apuntaba Joaquín.

Pendones junto a la ermita de Abraveses de Tera. | C. G. R.

Los pendones son una seña de identidad, del orgullo de los pueblos de la Región Leonesa, pero que tienen su origen en la Edad Media en un contexto castrense. Uno de sus principales exponentes han sido siempre las Romerías de la Virgen de Castrotierra, cuyo santuario se encuentra en la localidad leonesa de Castrotierra de la Valduerna. Desde allí, tradicionalmente, se portaban los pendones y la imagen de la virgen hacia Astorga, una peregrinación cercana a los 18 kilómetros de distancia.

En la actualidad, esta clase de eventos a veces pasa desapercibida por la pérdida de popularidad de las festividades religiosas. “A día de hoy parece que tienes que ir detrás de los jóvenes para que echen una mano y sí, te dicen que es muy bonito, pero tampoco se mueven demasiado”, lamentaba Joaquín.

Uno de los culpables principales de la caída del número de celebraciones con pendones, explica Joaquín, “fue el cableado, porque al principio los cables iban con el cobre directamente y eso era un riesgo”.

A pesar de todo, esta clase de romerías no va a dejar de celebrarse mientras haya gente como Joaquín y todos los que forman parte de la Asociación de Pendones del Reino de León, que las mantienen vivas y hacen ver a las nuevas generaciones la belleza y la importancia que tiene llevar a otros lugares un emblema que represente a todo un pueblo.

Los pendones leoneses son una de las señas de identidad de los pueblos de una tierra que mantiene, con ellas, la vigencia de una forma de vida en la que el trabajo, la lucha y la celebración de lo suyo se mantiene viva, secularmente, en virtud de una organización comunal, siempre bajo el orgullo propio de la Región Leonesa.