La temporada estival está siendo especialmente dura para los pueblos del Valle del Tera, que sufren dificultades de abastecimiento, debido a la falta de agua y a un aumento inusual de la población, aunque sea solo de forma temporal.

En plena canícula, cuando la ola de calor más ha arreciado, las temperaturas son más elevadas y no mantener una hidratación adecuada y no refrescarse de vez en cuando puede suponer un serio riesgo para la salud, los vecinos de Calzadilla y su pedanía, Olleros de Tera no disponen de suministro continuado de agua, con las consecuencias que ello tiene para su vida diaria.

Según Marta Lera, vecina de Calzadilla, “la gente ya no sabe qué hacer, aunque te levantes temprano para ducharte, te toca hacerlo con agua fría”. “Mi abuelo sale a lavarse los dientes en el corral porque es el único sitio donde sale algo”, añade.

Según esta vecina, el problema ha empezado a afectar a la vida diaria de Calzadilla desde mediados de junio, pero que “ahora se ha intensificado”. “Hay gente que tiene que ducharse, poner la lavadora o hacer la comida a las tres de la mañana porque si no, no tienen agua”, denuncia y añade que “yo he tenido que calentar calderos de agua para poder lavarme”. “La falta de agua te limita mucho porque es una época en la que apetece hacer muchas cosas, y es una faena volver y no poder darte una ducha, y más cuando hace tanto calor como ahora”, lamenta.

Julia Fernández, alcaldesa de la localidad, denuncia que “esto lleva pasando desde que yo tengo uso de razón”, aunque matiza que “siempre en la época de verano nos quedamos sin agua”. “No es que nosotros no seamos conscientes del problema que hay”, apunta.

Según cuenta, los manantiales de la localidad se han ido secando y ahora únicamente disponen de un sondeo para extraer el agua “y eso llega hasta donde llega”.

Explica Martínez que cuando disponen de agua, la presión ni siquiera es suficiente para abastecer una vivienda entera. “Yo ahora mismo tengo agua, pero solo en la parte de abajo, a la parte de arriba no llega porque no hay presión suficiente”. “Por la noche se recupera un poco, pero el problema es que unos días sí hay agua, otros días no, es un mal que llevamos ya muchos años con él”.

Explica la alcaldesa de la localidad que ya se está trabajando en diferentes soluciones para poner fin a las deficiencias de suministro de agua. “Hemos modificado la ordenanza municipal para disuadir el consumo incontrolado, por ejemplo, en las huertas, vamos a arreglar los depósitos que tenemos para que la capacidad pueda llegar al máximo y estamos en el proyecto para la ampliación del abastecimiento de Benavente y Valles”, declara.

“Este es un proyecto que nos llevará un par de años para que se ejecute” añade y lamenta que “no hay otra solución que podamos hacer a corto plazo, es una pena, pero no hay una fórmula mágica para poder solucionarlo de un día para otro”. Cree que unirse a ese proyecto podría “solventar la capacidad de almacenamiento de agua para poder suministrarla a toda la población que tengamos, pero nos va a costar mucho”.

Una de las principales causas del desabastecimiento es el gran número de personas que llegan al pueblo durante el verano para pasar allí sus vacaciones. Explica la alcaldesa que entre el 15 de julio y el 15 de agosto, la población de la localidad “se multiplica por cinco” , lo que supone un gasto de agua para el que la instalación de la que dispone el pueblo no está preparada.

Fuera de la temporada estival, donde el flujo poblacional vuelve a los cauces habituales y regresan las lluvias, “los manantiales se llenan tanto que el agua sale por los aliviaderos”, explica Julia Fernández.