Economista de profesión y ajedrecista de pasión. Julián Morán Barrios es el presidente del Club de Ajedrez de Benavente. Con una larga carrera de partidas y torneos a sus espaldas, conoce de primera mano y casi mejor que nadie los beneficios de uno de esos deportes que a veces pasan desapercibidos, pero siempre están ahí, accesibles para el disfrute de quien quiera jugar y cultivar su mente. A los dieciocho años decidió dirigir su vida profesionalmente hacia la economía y dejar al ajedrez como una afición. Ahora, jubilado, sigue cultivándose en un deporte con infinitas posibilidades de mejora y aprendizajes diferentes cada día. Toda una vida dedicada a jugar al ajedrez y a compartir sus conocimientos con los alumnos de la escuela que dirige desde hace cinco años.

–¿Cuándo nace su afición por el ajedrez?

–Yo aprendí a jugar al ajedrez a los ochos años en un local de la Organización Juvenil Española, y desde entonces seguí y aquí estoy ahora, sesenta años después. He jugado torneos internacionales en Francia, en Portugal y en muchos otros sitios. Llevo toda la vida jugando.

–¿Cómo y cuándo nace el Club de Ajedrez de Benavente?

–El club nació hace más de treinta años. Una serie de aficionados como yo nos reunimos y formamos un club de más de treinta socios, aunque ahora quedamos cuatro, porque se han ido diseminando por ahí. Ni siquiera tenemos una cuota, pero bueno, sí que somos un club oficial.

–¿Cómo cree que podría fomentarse el deporte desde la Administración Pública?

–Viene muy bien en los colegios. Yo conozco el tema y sé que a nivel de Ministerio han intentado ponerlo oficialmente en la enseñanza. El problema es que se necesitarían 25.000 personas con un nivel como el mío, aficionados de alto nivel. Y no los hay. Tú puedes jugar muy bien al ajedrez pero igual no sabes enseñarlo.

–¿Cree que el ajedrez es un deporte que no se tiene en cuenta como los demás?

– El problema es que siempre ha sido un deporte de minorías, y en España más todavía. En Rusia era deporte nacional, como puede ser aquí el fútbol. Cuando la Unión Soviética se abrió al mundo exterior se repartieron multitud de jugadores por el mundo.

–¿Son la suerte y el talento factores importantes en el ajedrez?

–El talento tienes que tenerlo innato, como para cualquier cosa. Imagínate una pareja que tiene una banda de música y quiere que sus hijos también sean músicos. A lo mejor ese niño o esa niña no tienen talento musical, pero hay otros que sí. Pues esto es igual. Todo el mundo puede saber jugar al ajedrez, tú les enseñas las reglas y, por muy torpe que sea, va a aprender. ¿Destacar en ello? Pues eso es otra cosa, pero pasa como con todo. Hay gente que dice que para jugar al ajedrez hay que tener mucha inteligencia, pero eso es una tontería supina. Todos tenemos nuestros talentos. En mi caso uno es jugar al ajedrez. Cada uno tiene que buscar qué talento tiene y luego trabajar mucho en ello. Nadie nace enseñado. Aparte del talento que puedas tener tienes que trabajar y entrenar mucho. Yo he jugado muchas partidas.

–¿Qué beneficios tiene la práctica regular del ajedrez?

–Ayuda saber pensar, a potenciar la memoria, la inteligencia y todas nuestras capacidades cognitivas. Es muy bueno para las neuronas. Antes se creía que a cierta edad las neuronas comienzan a morir y no se reponen. Pero no es verdad. Aunque tengas 80 o 90 años tus neuronas están ahí regenerándose, pero tienes que estar funcionando en algo. Tienes que potenciarlo. Es una actividad que para mí ha sido fundamental en mi vida. El ajedrez me ha ayudado mucho. Lo he vivido y lo he comprobado. Lo que no se ejercita se atrofia. Hay gente que a los 60 o 70 años dice que ya no va a poder aprender. Tú puedes aprender igual que cualquiera. A mí me cuesta mucho más enseñar a los mayores que a los niños. A un niño de 8 o 9 años le dices las cosas dos veces y lo capta enseguida. A un mayor se lo tienes que decir, en vez de dos veces, a lo mejor siete, pero al final lo aprende. Viene muy bien también de cara a la prevención del Alzhéimer.

–¿Es también un modo de socialización?

–Claro. Hay gente que está muy sola y al hacer un club o una reunión de clases o algo así y están deseando que llegue el día que sea para relacionarse en sociedad unos con otros.

–¿Es muy exigente a nivel profesional?

–Muchísimo. Exige muchísimo entrenamiento. Los campeones del mundo tienen sus asesores. La serie esa “Gambito de Dama” que es buenísima. Para que te hagas una idea, hay tres niveles de profesionalidad. Primero está la categoría de Maestro FIDE, que es la Federación Internacional de Ajedrez. Después están los Maestros Internacionales y por último está la categoría de Gran Maestro. Yo nunca he llegado a ser profesional, yo soy un triste aficionado. Para ser profesional hay que estudiar cuatro o cinco horas diarias. Es un sacrificio muy grande. Hay gente que cree que es jugar y ya está pero no es así. Tienes que estudiar cientos de libros. Yo he leído muchos libros y aun así soy un aficionado. Yo he jugado torneos internacionales y he ganado a un Maestro Internacional. Pero lo más probable es que de cien partidas le gane una. Los errores los puede tener un campeón del mundo también. Somos personas. Ellos tienen un nivel impresionante, que nada más mirar el tablero te ven diez jugadas seguidas mientras están pensando. Yo puedo ver cuatro o seis, pero ellos ven diez o quince. Esa es la diferencia entre un Maestro y un aficionado.

–¿Es difícil enseñar a jugar al ajedrez?

–Yo decidí enfocarme a la enseñanza del ajedrez y mis alumnos están encantados conmigo. He dado clase en colegios, institutos... Es increíble la cantidad de variantes que puede haber en una partida. La cantidad de movimientos que pueden existir son muchos trillones en una sola partida. Son tantas que cuando las explico, los niños y los mayores se asustan. Es un mundo fascinante.

–¿Qué proyectos tiene el Club de cara al futuro?

–Hace más de diez años dejé de hacer un “open” internacional en Benavente. La gente lo tiene en la memoria y me dice que por qué no lo recuperamos. Estamos en conversaciones sobre ello, pero ahora mismo con la pandemia es difícil. Hay torneos que se están haciendo a través de internet o de plataformas digitales. Tengo que concertar una reunión con el alcalde y todos los responsables deportivos del Ayuntamiento y con el presidente de la Federación Zamorana. Es un proyecto muy ambicioso, pero el Ayuntamiento solo no puede afrontarlo. No puede ser tan grande como el de León, así que habría que mirar cómo hacerlo a un nivel inferior. No se puede comparar León con lo que es Benavente ahora mismo. No tiene 20.000 habitantes. El open internacional que se hacía en Benavente era muy famoso y estaba consolidado. Se podría hacer, pero estamos mirando cómo podríamos encajarlo.