Los nuevos bares del Valle del Tera, en Melgar y Santa Croya, abrieron sus puertas durante la segunda mitad de este año. Poco tiempo después de las inauguraciones, el avance de la segunda ola de la pandemia hizo que tuvieran que cerrar.

Aun así, los hermanos Jorge y Ángel Vega, en Santa Croya de Tera, y los también hermanos Oliver y Monique Salgado en Melgar de Tera decidieron embarcarse en la aventura de abrir un nuevo bar en estas localidades, a pesar de lo complicado de la situación.

El tapero lleno y el bar vacío. Esta es la estampa a la que cada día tienen que hacer frente Oliver y Monique en Melgar. Comenzaron con su bar durante el pasado verano. “Durante un tiempo lo llevó nuestra madre, después se lo cedió a mi hermano y yo me vine de Gran Canaria en agosto, pero siempre hemos vivido de esto”, explica Monique.

Para Oliver, la situación no es demasiado esperanzadora. “Es muy duro llevar un bar con poca gente y encima con el toque de queda a las diez”, lamenta.

En Santa Croya, la situación es diferente. Jorge y Ángel, abrieron “El As de Copas” el pasado 21 de octubre. Tan solo dos semanas después, se vieron obligados a cerrar. “Yo tenía en mente que iban a mandarnos cerrar, no me lo esperaba tan pronto, pero sí que esperaba que cerrando antes, nos dejarían trabajar en navidades”, afirma Jorge. “Fue una mala noticia, pero preferible a que nos cerraran en navidades”, añade.

A pesar de todo, el As de Copas nació como un proyecto ilusionante, con el que se han volcado los vecinos de la localidad, y al que se suma la circunstancia de que Jorge y Ángel son vecinos de toda la vida de la localidad. “Debido a la situación del anterior propietario y con las ganas que tenía la gente de que el bar funcionara bien, no tengo ninguna queja de lo que estamos trabajando”, comenta Jorge.

El toque de queda, no obstante, pone las cosas un poco más difíciles, si cabe. “Con el toque de queda, la gente viene a ver el fútbol, que es casi lo único con lo que puedes atraer un poco más, pero ven la primera parte y se tienen que ir”, lamenta Oliver.

Oliver Salgado detrás del bar de Melgar de Tera. | C. G. R.

A las diez es cuando la juventud tiene ganas de tomarse una copa o cenar algunas raciones, o incluso gente mayor que reserva el día anterior, pero claro tienen que venir antes”, explica Jorge. “A pesar de ello, la gente se lo ha tomado bien”, añade.

Oliver y Jorge coinciden en que la hostelería ha sido la cabeza de turco para las administraciones. “La han tomado con la hostelería, pero yo no creo que sea uno de los principales focos de contagio, de hecho, no conozco ningún camarero que se haya contagiado en su puesto de trabajo”, denuncia Jorge. “Los que lo hemos cogido, como yo, nos contagiamos en casa por un familiar que lo trajo de”, explica. “Nosotros ponemos todo de nuestra parte, hacemos todo lo que nos piden, nos preocupamos de que la gente use mascarilla y esté separada y aun así nos cierran”, protesta Oliver.

Jorge también denuncia la hipocresía que se ha visto en las últimas semanas. “Entiendo que se quiera controlar la seguridad, pero no entiendo que se hagan eventos de 5.000 personas porque hay un concierto de no sé quién y, por mucho que digan, dudo que se mantengan todas las medidas, por muy grande que sea el sitio”.

Oliver es pesimista y asevera estar seguro de que después de Navidad tendrán que cerrar otra vez. Aun así, tanto él como Jorge no pierden las ganas ni la esperanza de poder salir adelante como sea, para poder alcanzar un futuro que mejore el tiempo presente.