La AECC en Benavente conmemoró ayer el Día Mundial del Cáncer de Mama de un modo especial, sin talleres ni encuentros, pero sin dejar de poner en valor la lucha de tantas mujeres frente al cáncer de mama. Dolores Abad, la psicóloga de esta asociación local, hace hincapié en la necesaria investigación para el cáncer en general y el cáncer de mama en particular.

–¿Qué impacto tiene el diagnóstico de cáncer de mama en el bienestar psicológico?

–Por mi experiencia, como profesional, creo que cualquier diagnóstico de cáncer es devastador y el de mama, sobre todo, por la auto imagen de la mujer cuando se habla de “cicatrices grandes son tumores grandes”, o cuando hay que recurrir a la mastectomía. Es cierto que las reconstrucciones van dejando poca huella y las cicatrices son cada vez menos, pero los miedos y temores a los que se enfrentan los pacientes es devastador en los primeros momentos del diagnóstico. También va a redundar en una calidad de vida diferente.

–Con el diagnóstico se produce un planteamiento de vida distinto.

–Así es. El momento del diagnóstico, la vida de una familia da un giro de 180 grados. Depende del ciclo evolutivo que esté viviendo esa familia. Evidentemente no es lo mismo el diagnóstico a una persona de 38 o 40 años con cargas familiares o niños pequeños, en cuyo caso supone ponerlo todo patas arriba; que si ocurre en unas edades en las que esas tareas del ciclo evolutivo ya están hechas y quizás las personas disponen de más tiempo personal. Lo que es cierto es que con el diagnóstico no se pueden hacer planes a corto, medio o largo plazo.

–¿Cree que es importante buscar ayuda psicológica?

–Sí. Es importante por todo esto. La pérdida de salud es uno de los estresantes más importantes que cualquier persona puede tener. A día de hoy, aunque la investigación ha avanzado mucho y hay mucha supervivencia, la palabra cáncer sigue asustando muchísimo. Casi todo el mundo tiene experiencias cercanas de algún conocido, familiar o amigo que ha pasado por un cáncer que ve lo mal que lo pasan o que no lo ha conseguido. Los miedos que te da pasar por situaciones totalmente desconocidas. Hay que trabajar y dar herramientas con el fin de que lo puedan pasar lo menos mal. El temor al futuro y la incertidumbre frente al diagnóstico quitan el sueño y están ahí. También como yo siempre digo a los pacientes, cuando una persona ha pasado por un cáncer ya no vuelve a tener un dolor de cabeza, ya está el temor de que va a tener metástasis en esa zona, con esos temores vives constantemente. Hay que controlar mucho los pensamientos porque te llevan a vivir muchas situaciones de mucho sufrimiento emocional.

–¿En la actual situación de pandemia, se pone en valor las relaciones familiares?

–Los familiares están preocupados y protegiendo a los más vulnerables. Hay que tener en cuenta que son pacientes de riesgo, es difícil para todos, pero nos estamos encontrando con situaciones complicadas emocionalmente por no poder tener relaciones sociales. Es difícil para todos.

–¿Hablando de cáncer de mama se puede hablar de esperanza?

–El cáncer de mama es uno de los que más investigación hay y hay muchos fármacos nuevos. Antes era quimioterapia para todo el mundo, pero ahora hay gente que no necesita quimioterapia. En el cáncer de mama, además, con los cribados de mamografía cada dos años se detectan lesiones que no son visibles ni detectables. El grado de malignidad va a ser menor que si lo dejas seguir avanzando. Es uno de los cánceres que pillado a tiempo tiene una mayor expectativa de vida y de remisión total, esa es la esperanza. Nosotros llevamos unos años desde la asociación dando importancia al tema de la investigación en general y en cáncer en particular. Los proyectos cuestan dinero y en la recaudación de fondos para investigación llevamos trabajando hace años desde la asociación. Esta situación de pandemia nos ha hecho quedarnos en casa y estamos reinventándonos y haciendo iniciativas como la cuestación digital.