La comarca de Benavente cuenta desde hace poco tiempo con el regreso de uno de sus destacados autores de literatura. Prejubilado e impresionado con la serenidad de su pueblo natal, San Román del Valle, Ignacio Morán continúa escribiendo novelas y relatos históricos. Uno de ellos, "Madera Vieja", será publicado a finales de este verano.

Su última obra publicada, "El vuelo de Ícaro" es un llamamiento al cambio de rumbo en una sociedad de crisis económica y desastres naturales ¿Cómo y cuándo surge la idea de crear este libro?

—El tema social siempre me ha interesado. Buscaba un paralelismo para criticar esta situación a la que estábamos avocados y que nadie lo creía pero que llegó y nos pasó por arriba, especialmente a las generaciones de jóvenes del siglo XXI. Con sus carreras y másteres completados, han salido y se han encontrado un mundo laboral distinto al que podrían tener a su edad sus padres o abuelos. Esta situación es la que podemos apreciar ahora con los nuevos becarios de este siglo. "El Vuelo de Ícaro" es la historia de un empresario que va a Madrid y allí crea un negocio de intermediarios y se hace de oro. Habla también de otra generación, la de sus hijos, uno de los cuales sigue sus pasos y el otro es más social y busca luchar para cambiar la situación.

—¿Es optimista con respecto al devenir futuro de la sociedad?

—Yo soy optimista por naturaleza. He estado viviendo durante muchos años en lugares poblados Canarias y he vuelto por voluntad propia a mi tierra de origen, a este pueblo zamorano, con menor cantidad de habitantes. En general sí soy optimista, incluso en una tierra como esta, que ahora está caída. Creo que todos debemos de arrimar el hombro y luchar por estos pueblos, demostrando que aquí se puede vivir, trabajar o crear en todas las disciplinas artísticas y, en todo caso, si no podemos conseguirlo, por lo menos preservar el medio ambiente para que otras generaciones sí lo puedan llevar a cabo.

—¿Qué soluciones podría plantear a los problemas de la sociedad del siglo XXI?

—Tendríamos que matizar esto. Depende de cada persona tener una idea diferente al respecto. La solución que se plantea aquí en "El Vuelo de Ícaro" son difíciles, por el tema de la despoblación. La aculturización es un grave problema que rompe relaciones de padres e hijos, incluso con la generación de los abuelos, creando unos intereses distintos en cada uno de ellos. Este es un problema que hay que limar y preparar a la generación anterior y hacer ver a la generación siguiente que la cosa va muy deprisa. Creo que hay que ganar espacios para la participación de todos, para volver a coger el compromiso social, con unos valores propios, no los que te traen la televisión.

—Estuvo presente hace poco en la inauguración de la Casa de Cultura de Manganeses de la Polvorosa, como escritor y periodista de vocación, ¿Cómo recibe esta noticia de apertura de un centro como ese en una población rural?

—Es una fuente de alegría. Es una luz de esperanza. Yo creo que la cultura tiene que estar presente necesariamente en el desarrollo de los pueblos de la comarca. Estos pueblos han caído por no ofrecer lo que ofrecen núcleos mayores de población, como la posibilidad de un desarrollo económico, cultural y personal dignos. Entonces en las instalaciones de Manganeses esos servicios culturales, de ocio y esparcimiento podrían hacerse de forma mancomunada con cinco o seis pueblos. Establecer hitos y llevar a los jóvenes hacia propuestas musicales o de exposiciones en sitios acondicionados para ello. Pero el transporte es clave para poder articular una oferta pública multidisciplinar. Habría que establecer una discriminación positiva para las zonas rurales, que están manteniendo el medio ambiente.

—Ha sido galardonado con el Premio Internacional de novela Villa del Libro de Urueña 2014 y de Madrid 2015, ¿qué siente un hombre con vocación a la escritura cuando recibe un premio por una de sus obras?

—Un agradecimiento sincero a que alguien reconozca tu trabajo. El desarrollo de una novela es lento, tienes que preparar el armazón, el perfil de los personajes que quieres desarrollar y luego ir armándola, algo que requiere un gran esfuerzo intelectual y mucho tiempo. Que haya gente que aprecie ese trabajo minucioso de puzzle en el lenguaje trae, en mi caso, una gran satisfacción. Estoy dispuesto a donar cualquier gratificación recibida a una ONG, porque mi interés es escribir sobre lo que quiero y sin más cortapisas.

—La obra que le dio esos galardones fue "El Valle de Santa María", ambientada en los problemas rurales a los que se enfrentaba la comarca de Benavente en el siglo XVIII, ¿cuáles son esos problemas?

—"El Valle de Santa María" trata el tema de la Ilustración en el medio rural, no la de las grandes ciudades con Carlos III. Los protagonistas son un médico, un indiano que viene de América y el cura del pueblo. Ellos son los encargados de traer al pueblo la Ilustración con una industria apícola o el establecimiento dinámicas científicas. Los lugareños aportan refranes y frases que ya ha ido entrando en desuso por la carencia de sangre en los pueblos que ha ido cayendo desde el siglo XVIII progresivamente.

—Usted vive en San Román del Valle, donde en 2017 fueron censados 49 habitantes, ¿cómo ha visto el devenir del siglo XXI en la despoblación del municipio?

—La despoblación rural es real y es una catástrofe. Al fin y al cabo Castilla y León siempre ha vivido en la diáspora. En el siglo XX y XXI se han seguido estas mismas pautas de población, pero con otros criterios. La gente se ha ido a las comarcas, a las provincias y a las grandes poblaciones. La mayoría de esas grandes poblaciones fomentaban el empadronamiento a costa del medio rural, con facilidades de atención sanitaria, educativa o recreativa mejores que en los pueblos, que comenzaron a perder poco a poco habitantes por ello. Creo que esto es una catástrofe para el mundo rural. Y que lo que hay que hacer, al contrario, es luchar para demostrar que estos lugares son magníficos para trabajar, vivir y tener una familia.

—Algunas de sus obras están inspiradas precisamente en el medio rural, ¿en qué medida le inspira su pueblo natal?

—Para un escritor sus vivencias personales en sus lugares de origen son fundamentales. Estoy ahora trabajando en otra novela histórica, "Madera Vieja", que verá la luz al final de este verano, que está ambientada en Benavente y en León. Los protagonistas son mujeres. Mis vivencias con mis abuelas, mi madre y tantas madres que vivieron la situación dura de posguerra, ese era un tema que tenía grabado para convertirlo en novela.

—Ahora que cuenta con más tiempo para la literatura, ¿está preparando actualmente una próxima obra?

—Después de "Madera Vieja", estoy trabajando en unos relatos sobre la despoblación, el exilio, la atención a los mayores o la cultura en el mundo rural. Serán entre 12 y 14 relatos de pequeño formato. Podría titularse "La Senda de San Martín", porque recuerda al santo leonés viajero que llevó su saber del mundo a su zona. Habla de los enganches del pasado con los abuelos, que se encuentran con sus nietos en el presente y trata de llegar al futuro.