Más de 300 mujeres venidas de casi todas las provincias de la región se dieron cita ayer en el décimo tercer Encuentro de Encajeras "Ciudad de Benavente", para compartir experiencias y, sobre todo, para darle al "bolillo" y al "mundillo". Lo hicieron desde primera hora de la mañana en los Paseos de la Mota, bajo carpas municipales.

El encuentro es un ritual de trabajo, mayormente femenino, aunque algún hombre y también algunos niños se afanaban en el arte del encaje. En todas las mesas, agrupadas por provincias o por asociaciones con pañuelos alusivos al cuello, cada bancada colectiva de trabajo era también una exposición artística con todos los órdenes del encaje. Podían apreciarse desde muñecos vestidos con pequeños vestidos de encaje hasta finos trabajos de hilo en blusas expuestos sobre maniquís.

Alrededor de los puestos colectivos de encajeras más de media docena de tenderetes ofrecían todo tipo de productos relacionados con este arte del relajamiento y la paciencia, desde las bobinas de hilo, hasta lupas con luz de última generación para hacer más fácil un trabajo que requiere minuciosidad visual, y hasta abanicos de todo tipo para encuentros como el de ayer, en los que el calor es habitual.

Para hacer más llevadera la mañana, mientras entretejían las encajeras, la organización cantaba las cifras de un bingo. Todas se las apañaban para seguir encajando y rellenar los cartones. El encuentro terminó con la entrega de los premios bingueros y del sorteo de regalos.