El traje de comunión que en mayo fue estrenado ayer volvió a salir a la calle para celebrar el Corpus Christi. La eucaristía se llevó a cabo en la iglesia de Santa María del Azogue a las siete y media de la tarde y a continuación una treintena de niñas y algún chico que este año comulgaron por primera vez salieron a la calle en procesión por el centro de la ciudad, comenzando por la calle La Rúa, dando la vuelta por la Plaza Mayor y volviendo al templo por Herreros.

Las cestas decoradas fueron el complemento más utilizado para llevar los pétalos de flores, sobre todo de rosas, que fueron cubriendo el suelo y que eran lanzados por los más pequeños.

Les acompañaban sus familiares en las proximidades, con bolsas para rellenar la cesta que se acababa o colocar los vestidos para estar perfectas en la foto. El párroco, Leovigildo Martín, guió la oración de las decenas de personas que seguían al grupo de niñas caminando a los lados de la alfombra de pétalos que las menores iban dejando para allanar el camino del Corpus Christi, es decir, el paso en el que se acompañaba el cuerpo de Cristo.

La festividad religiosa recuerda la última cena de Jesús antes de ser crucificado, donde convirtió el pan y el vino en su cuerpo y su sangre, un símbolo que en cada Eucaristía que bendice conmemorando ese jueves Santo.

La Celebración se lleva a cabo el siguiente jueves después del Domingo de Resurrección, es decir, 60 días después del Domingo de Resurrección. Esta fecha marca cuándo se celebra el toro enmaromado en la ciudad (el miércoles previo al día del Corpus), desde donde hace años la procesión se lleva a cabo el domingo de esa misma Semana Grande.

En los últimos días, múltiples localidades de la provincia de Zamora han llevado a cabo celebraciones similares, en las que no ha faltado la procesión en la que la hostia, el mismo Cuerpo de Cristo, se exhibe en una custodia. Se trata de una tradición católica que se lleva a cabo en muchos países del mundo donde se busca animar la fe de los feligreses.