Después de cinco meses de obras, la iglesia de Santa María ha visto finalizados los trabajos de recuperación de los nervios del crucero y los florones de las naves, actuación en la que ha terminado invirtiendo 70.000 euros de su propio bolsillo.

El empeño personal del párroco titular, Leovigildo Martín, a veces sin más ayuda económica que los fondos de la propia parroquia y las donaciones de los fieles, ha sido en las últimas décadas uno de los motores principales de recuperación y mantenimiento del emblemático templo benaventano.

La última etapa ha dado trabajo a un grupo de especialistas durante casi medio año y ha permitido recuperar las prácticamente desaparecidas pinturas de la nervadura. Con anterioridad, la parroquia actuó también en solitario en la mejora de la capilla del Cristo Marino, donde fue cambiado el solado y aplicado un tratamiento o contra las termitas que estaban amenazando el retablo.

A la iglesia le quedan dos asuntos pendientes según Gildo Martín: la cubierta de la capilla del Cristo Marino, para la que el sacerdote pide ayuda a la Junta y una actuación similar a la que se ejecutó en el tejado de la sacristía, y la sustitución del solado de toda la iglesia a excepción de las capillas, una actuación que seguramente no se acometa en estos años próximos. Por lo demás, la iglesia de Santa María, después de sucesivas actuaciones propias, de la Fundación del Patrimonio y de la Administración Regional, además de otras ayudas puntuales como las del Ayuntamiento, ha invertida en la perduración de su esplendor.