El palentino José Luis Fraile Bascones, 51 años, de Cubillo de Ojeda (Palencia) es el nuevo presidente del Consejo Regulador de la Indicación Geográfica Protegida del Lechazo de Castilla y León, que tiene su sede en Zamora. Defiende la calidad del lechazo acogido a esta figura de calidad y cree que de su rentabilidad depende también la subsistencia de un oficio íntimamente ligado a la vida en el mundo rural.

-¿Como se convierte en el presidente de la IGP del Lechazo?

-La Junta convoca las elecciones para los consejos reguladores y la lista que nos presentamos salió elegida. El 20 de diciembre nos convocaron para elegir presidente en Zamora y por unanimidad los ocho vocales me designaron a mi. Al final solo concurrió una lista, la que presentó unificada Anche (oveja churra), Anca (castellana) y los sindicatos. Somos cuatro del sector productor y otros cuatro del comercial, operadores.

- ¿Era ya vocal?

-Si era vocal de la IGP.

- ¿Qué objetivo se plantea para este mandato?

-Cumplir el objetivo para el que está hecho el consejo regulador, promocionar la calidad y que se reconozca el Lechazo de Indicación Geográfica Protegida de Castilla y León como un producto que sea capaz de que el ganadero se mantenga. Pretendemos que la calidad con la que estamos produciendo se vea repercutida en beneficio para el ganadero, que le ilusione y llevar a cabo una buena labor de publicidad para que el consumidor sepa que es un producto bueno.

- ¿Cuesta que el consumidor diferencie un lechazo de otro?

-Nuestra labor es dar a conocer que el lechazo marcado con la etiqueta de IGP de Castilla y León, asegurarnos de que llega de verdad al consumidor y sea reconocido. Es una lucha inmensa. Ha habido mucha desconfianza sobre todo cuando empiezan a decir en Navidad que meten animales franceses y de otras razas, la gente al final desconfia y hay con nuestra etiqueta hay que dar confianza al consumidor.

- ¿Y es verdad que entra mucho cordero de fuera?

-En realidad tiene que entrar porque aquí el consumo generalizado en Navidad es consumir lechazo. Lo que ocurre es que da pie a la picaresca al decir que es lechazo de Castilla y León, que puede ser a veces verdad, pero como hay mucha picaresca, tenemos que luchar por diferenciarnos y luchar por nuestro producto. Porque creemos en su calidad y porque es el que crea riqueza aquí. En Zamora, por ejemplo, hay mucho ganadero inscrito en la IGP, puede estar en torno a un 35% de los que estamos en ella. Otro objetivo es ampliar la zona geográfica para integrar a todo el territorio de Castilla y León.

- ¿Ese cambio del reglamento no estaba ya aprobado?

-Todavía no, porque lo tiene que aprobar definitivamente Bruselas. El asunto está muy avanzado, pero los trámites de palacio van despacio. Está aprobado en España, pero el visto bueno final lo tiene que dar Bruselas.

-¿Qué ventajas supondría?

-Pues poder certificar lechazo de las zonas periféricas de la comunidad, donde la agricultura no tiene riqueza pero si la ganadería. Las zonas periféricas de Zamora, León y del resto de provincias tienen algo de cereal y disponen de pastos saludables y sanos que logran que el producto sea el que buscamos, un buen lechazo. Desde la leche materna de las madres de razas autóctonas.

- ¿Contemplan ampliar a más razas?

-No, eso no, eso está prohibido. La idea de la IGP no es al final decir todo vale, porque eso no repercute positivamente en nada, ni en beneficiar al consumidor, porque al final sería confundir a la gente ni tampoco al productor, porque no lo incentivas. Somos generaciones de pastores, quizá la última si no se crea ilusión. Porque esta no es una vocación como la de los curas, aquí te puede gustar el oficio, pero si no hay hucha y no sacas beneficio, es imposible. Porque hay que ser realista. Se ha creado la imagen de que el lechazo es una carne para consumirla en día señalados porque decían que era un producto caro y al final es un alimento casi más barato que cualquier pescado.

- ¿Esa es otra batalla que tienen que ganar, entrar más en la dieta diaria de los consumidores?

-Si, al final la promoción es fundamental. Por ejemplo hay iniciativas positivas, como los talleres que empezaron ahí en Zamora, con los niños, para que conocieran las razas autóctonas, la castellana, ojalada y churra de la IGP, para que vean cómo es el animal, y las cualidades de la carne, los nutrientes que proporciona y las posibilidades culinarias, con los talles de cocina. Este tipo de iniciativas pienso que pueden ser más efectivas incluso que los grandes eventos que al final no inciden tanto en la gente. Hay que educar a los niños para que aprendan lo que es una alimentación sana, con productos como nuestro lechazo.

- Los ganaderos de ovino de leche lo están pasando mal, se quejan mucho de los precios. ¿Los de carne están pasando también un mal momento?

-Lo que sucede es que aquí están también los del ovino de leche, porque los criadores de castellana y churra que se dedican al ordeño también trazan en lechazo a través de la IGP. Y es verdad que todo repercute. Tienen doble beneficio en el sentido de que producen el lechazo y la leche, pero si está mal el precio de la leche también les afecta.

- ¿El precio del lechazo tiene una cotización adecuada?

-Es verdad que están un poco más valorado con la IGP porque asegura una categoría, igual que si compras un vino de marca, pero desde mi punto de vista no está a los niveles que debería. Yo estoy convencido de que debería estar más caro. Pero bueno, esto es la oferta y la demanda. En estas fechas, por ejemplo, hay oferta pero demanda hay poca, hay que ser consecuente con las épocas. Y hay que tener en cuenta que esto no es una botella que la envasas y la puedes beber hoy o dentro de un año, esto tiene al final ocho días. En la vitola va la fecha de sacrificio y hay que consumirlo en un plazo corto de tiempo. Los ganaderos vamos mejorando genéticamente, planificando las parideras, pero las ovejas no son máquinas, al final no dejan de ser animales. Y la naturaleza es sabia, si hay sequía hay menos paridera, porque es un mecanismo natural de los animales: si no llueve viene un año malo hay menos alimento y no conviene tener crías.

- ¿Su oficio tiene un difícil relevo generacional, como apuntaba antes, como no se busque un poco de rentabilidad y de calidad de vida?

-El producto debía tener más valor entre otras cosas porque no existe en otras comunidades. Si esto lo tuvieran en otras comunidades, llámese País Vasco o Cataluña seguro que estaba más valorado. Los castellanos somos propensos a no valorar lo que tenemos y es cierto. Y la gente no está incentivada para decir me meto en el oficio de mi padre que son los 365 días del año. Es un hándicap difícil de superar. Necesitaríamos un apoyo de la administración para crear, por ejemplo, escuelas de pastores para que pueda haber una rotación, aunque claro, tu no vas a contratar a una persona si no tienes un margen de beneficio. Pero a lo mejor tendrías gente para hacer relevos para cuidar el rebaño, sería una forma de crear empleo en la zonas rurales. Tenga en cuenta que cuando se habla tanto de despoblación, el único que sostiene a la gente en el medio rural es el ganadero y sobre todo el ovino, que está atado al enclave.

- Incluso los agricultores pueden vivir a kilómetros de distancia de las tierras.

-Quintando al que tenga regadío y durante la campaña de riego, el resto puede vivir en la ciudad, coger el coche y solo ir al pueblo a hacer las labores; para el ganado tienes que estar aquí.

- ¿Como están en la sede de Zamora?

-A los que vivimos lejos nos resulta algo distante, pero estamos muy a gusto en Zamora. Es una ciudad que nos ha acogido bien y la Diputación apoya a todo el ovino.