A la ciudad de Zamora llegó la luz eléctrica hace 125 años. Sus calles se iluminaron por primera vez de progreso, a golpe de interruptor, hace veinticinco lustros, a la misma vez que nacía el periódico que iluminaría también la ciudad y a sus habitantes, pero de otra forma: a golpe de palabra, de información y de libertad. 

Fue en un local de la calle San Andrés donde se alumbró este periódico en el que hoy tengo el placer y el honor de escribir, un periódico que ha contado y ha vivido la historia de nuestro país, la historia de la provincia zamorana y la historia del periodismo mismo: la transformación de la imprenta, desde las rotoplanas a la linotipia, el gigante del plomo.

Hoy es el diario de Zamora por excelencia. Consolidado como líder en la provincia, fiel al formato clásico en papel pero con presencia en Internet desde 1997, siendo ya parte del grupo de comunicación Prensa Ibérica, La Opinión-El Correo de Zamora no ha dejado ni un solo día de reflejar las inquietudes, el sentir y el espíritu crítico de todos y cada uno de los zamoranos y zamoranas. Desde los más veteranos hasta los más jóvenes, como demuestra el logo que conmemora este importante aniversario y que estará en la cabecera del diario todo este año, obra de Elena Lera Tomillo, estudiante de Diseño Gráfico de la Escuela de Artes, que a sus 23 años demuestra que el talento zamorano tiene mucho futuro. 

Nuestra democracia depende de periódicos como este. Porque hay valores que no son sustituibles, que están por encima del paso del tiempo: la libertad, la convivencia, el respeto, el espíritu crítico, el amor por la cultura

En los últimos tiempos, y en un periodo muy corto, los medios de comunicación han sufrido una brusca alteración, posiblemente de las más profundas de nuestro día a día. La digitalización ha roto con las formas en las que históricamente había funcionado el periodismo, este oficio tan esencial para nuestras sociedades, para nuestra democracia. Ha habido una transformación radical en las maneras en las que la ciudadanía se acerca a la información: cómo se asoma a ella, cómo la digiere y la interioriza. Este nuevo paradigma tiene, como no podía ser de otra forma, consecuencias en nuestra forma de relacionarnos con el entorno, en nuestros modos de vida y, por supuesto, en el orden político de nuestras comunidades. 

El reto al que nos enfrentamos y al que se enfrentan los periodistas es descomunal. La conectividad permanente, la interacción digital, que atraviesa ahora todos nuestros movimientos, no solo ha supuesto una revolución positiva. No podemos negar que supone, a la vez, una amenaza, que viene de la elaboración indiscriminada de información. 

En estos momentos, la explosión de diferentes métodos de manipulación, dirigidos a hacerse eco de las voces más retrógradas y autoritarias mediante mentiras, constituye un peligro para nuestras sociedades. Un peligro que solo podría verse combatido con los mecanismos propios del periodismo verdadero y profesional: el análisis, la verificación y el honesto tratamiento de las informaciones.  

Creo que todas y todos podemos recordar momentos de la Historia -de la nuestra y de la ajena, de la pasada y la reciente- en los que la propaganda y la demagogia han derivado en procesos electorales irreversibles, que han llevado a pueblos enteros a perder su libertad y sus derechos. Las consecuencias de criminalizar a ciertos colectivos, de falsear datos o de alimentar oscuras nostalgias no se deben tratar con ligereza. Como no debemos tratar con ligereza la manera en que, en tantos lugares del mundo todavía, algunos medios de comunicación son perseguidos o censurados. Apagar la luz de las sociedades, su palabra y su diálogo con la realidad, sigue siendo una escalofriante forma de control. 

Es por eso que celebro, tal y como debemos celebrar todos, la buena salud de este diario zamorano. Su empeño, desde hace 125 años, por el rigor, por la independencia informativa; su fidelidad, su constante latir, su capacidad de transformación en épocas convulsas para el periodismo; su tesón para recoger todas y cada una de las voces que habitan estas tierras; su ejemplaridad para respetar la diversidad de pensamiento, para promover la conversación en vez de la riña: todo lo que necesita un medio de comunicación para ser imprescindible, todo lo que necesita una sociedad de un medio de comunicación. 

Es imprescindible que apoyemos esta manera de hacer periodismo, que fomentemos la existencia de este tipo de prensa escrita. Nuestra democracia depende de periódicos como este. Porque hay valores que no son sustituibles, que están por encima del paso del tiempo: la libertad, la convivencia, el respeto, el espíritu crítico, el amor por la cultura. Nuestra sociedad será una sociedad de progreso y de futuro mientras conserve estos valores y los adecúe a los tiempos que corren. 

La Opinión-El Correo de Zamora lleva 125 años acunando estos valores a través de un periodismo digno, profesional, ejecutado con rigor y con pasión. Y lo ha hecho, además, con una mirada amplia. Aquella capaz de abarcar lo internacional sin olvidarse de lo cercano, de lo cotidiano, del sentir local. Porque es imprescindible, en un mundo cada vez más uniformado y forzadamente homogéneo, en un mundo en que, a través de las redes sociales, cada segmento de la población tiene alcance a lo que deciden unos pocos, que existan periódicos locales potentes, con historia a sus espaldas, y con la responsabilidad de no perder la autenticidad, el retrato verídico de su entorno y el pulso de lo cotidiano, que pervive, y debe pervivir, por encima del ruido de los centralismos. 

Este periódico veterano guarda entre sus páginas las noticias de más de un siglo. Ha puesto palabras e imágenes a la esperanza y también a la desolación, en repetidas ocasiones. Ha luchado por no agotarse en el pensamiento único, ha elegido caminar el viaje del periodismo abierto y plural, aquel que no se rinde ante los obstáculos ni se agarrota en el ensimismamiento. Ha recibido importantes premios del periodismo español, como el Ortega y Gasset o el Francisco de Cossío. Pero, en mi opinión, el principal premio es la fidelidad de tantos lectores y lectoras, veteranos y recién llegados, que buscan en él información veraz y contrastada, y encuentran verdad.

Desde el Gobierno de España deseamos que esta cabecera siga iluminando, con su periodismo libre y responsable, la ciudad de Zamora y su provincia, porque eso será síntoma de la buena salud de nuestra sociedad, de nuestro país.