Todos miramos al futuro con esperanza y con cierto miedo, esperando que lo que ha de llegar sea mejor que lo que se fue o, al menos, nos permita corregir los errores cometidos. El aprendizaje constante de nuestras propias vivencias nos hace crecer, y queda demostrado que, por mucho que uno quiera acomodarse, hay ocasiones en las que la propia humanidad fuerza a sus semejantes a reaccionar y a sujetarse para evitar la caída. Los tiempos presentes marcan incertidumbre, requieren atención y nos recuerdan que, a veces, hay que luchar contra enemigos invisibles o conflictos sobrevenidos.

Es por eso que el futuro se antoja como un horizonte permanentemente borroso; un paisaje que se puede intuir a lo lejos, pero que no siempre se dibuja más tarde como uno lo había imaginado. Sin verlo venir, un día nos encontramos confinados y al siguiente comprobamos cómo el dinero mermaba más rápido cada vez que tocaba sacar la cartera. Nadie puede asegurar por dónde vendrá la siguiente sorpresa.

En medio de esa vorágine, todo se ha resentido, pero los hombres y mujeres del sector primario siguen en pie. Ninguno de ellos dejó de ordeñar o de atender las tierras cuando el virus amenazaba y, aunque la crisis de los precios viene fuerte, los que pueden aguantan el tipo sin desfallecer. Va en su carácter.

Esa cualidad camaleónica, adaptativa, de nuestros ganaderos, sobrevivirá al paso del tiempo, lo han demostrado en décadas que nos han traído cambios no vistos a lo largo de siglos enteros

Desde la parte que siento más próxima, los ganaderos de Leche Gaza forman parte de ese colectivo que se sabe indispensable y que debe formar y forman parte de la vida que conocerán nuestros hijos y nuestros nietos. La calidad, la cercanía del producto, la exigencia profesional, la transparencia, la sostenibilidad y el cuidado y el bienestar animal forman un conjunto que ha de tener espacio para las nuevas generaciones.

Durante estos días, el medio que me ofrece esta tribuna cumple 125 años, y tengo la certeza de que, en sus orígenes, los impulsores del periódico pusieron en pie el proyecto con el fin primordial de ofrecer una información veraz y de calidad a sus lectores. Con la misma seguridad señalo que ese objetivo se mantiene inalterable, más allá de que el largo camino haya obligado a los profesionales que han pasado por esa centenaria redacción a adaptarse a cambios que, en ocasiones, habrán sido muy bruscos.

En el caso de Leche Gaza, hace ya 56 años que el proyecto se puso en marcha, y las primeras generaciones han ido dejando paso a sus sucesores con la naturalidad propia del paso del tiempo. Como en el ejemplo del periódico, el pasado ha ido dejando un rastro en el futuro, pero no como un lastre, sino como una enseñanza de valor incalculable que permite conservar la esencia más allá de que la actividad vaya cambiando al son de la propia vida.

Nuestro objetivo sigue siendo el mismo, hacer la mejor leche posible a través de un proyecto pegado a la tierra en el que la sucesión está garantizada y que colabora en la indispensable tarea de fijar población y generar riqueza en el medio rural. Aunque todo haya ido cambiado desde los orígenes, nuestra esencia se mantiene inalterable.

En todo caso, me gustaría romper una lanza en favor de todo el sector, pues los movimientos, en ocasiones, pretenden agitar un árbol cuya estabilidad resulta cada día más indispensable. La producción de alimentos de cercanía es algo tan esencial que casi no vale la pena ni discutirlo, pero conviene hacerlo para recordar que las familias y las empresas que se dedican a ello deben contar con un respaldo inequívoco por parte de la sociedad y de las instituciones.

Los propios hechos que narraba al principio son la mejor demostración de que un sector primario fuerte ejerce como base sólida para todo lo demás, y su pervivencia no puede estar supeditada a otros intereses, por muy loables que sean. La certeza de producir alimentos para abastecerse ha de ser una premisa para el país y una fortaleza para esta provincia, que empuja cada vez más para consolidarse como potencia agroalimentaria.

Interior de la fábrica de Leche Gaza. M. P.

Por supuesto, el sector también tiene responsabilidades y, desde Leche Gaza, las asumimos con la seriedad que nos caracteriza. La sostenibilidad no es negociable: hacer productos respetuosos con el medio ambiente nos implica a todos, y esta empresa lleva años respondiendo a esa necesidad. Lo mismo ocurre con los controles de calidad, con el bienestar animal y con todos los procesos que se instalan en nuestro día a día para afinar una producción cada vez más redonda y adaptada al siglo XXI. A igual que nos adaptamos para crear y seguir manteniendo un empleo digno para asentar población en el mundo rural.

Esa escrupulosa medición de todo lo que hacemos no solo tiene que ver con lo que ocurre en la fábrica, sino también con lo que sucede en las ganaderías. Conviene olvidar los estereotipos que rodean al mundo del campo y del trabajo con los animales. Nuestras granjas se han ido convirtiendo en lugares absolutamente profesionalizados, donde el control resulta estricto y se produce una leche que cumple todos los estándares marcados por la normativa y por nuestra propia exigencia. 

Sé positivamente que esa cualidad camaleónica, adaptativa, de nuestros ganaderos sobrevivirá al paso del tiempo. Todos lo han ido demostrando con el discurrir de unas décadas que nos han traído cambios muchas veces no vistos a lo largo de siglos enteros.

Para nosotros, una de las novedades que también ha venido de la mano de esta última etapa es el cambio de fábrica. 

La fábrica es un reflejo de la ambición de Leche Gaza por crecer, por dotarse a sí misma de un futuro próspero, sin miedo al cambio y con los valores que nos hicieron crecer bien amarrados en la cabeza y en el corazón.

En esta nueva casa, tampoco abandonamos el componente social de la empresa, otra de las patas del proyecto que ha llegado para quedarse. Estamos unidos a la tierra por nuestras raíces, que están en Zamora y en Castilla y León, y con sus gentes seguiremos colaborando en acciones solidarias y de desarrollo. Por ahí irá también el futuro. Un futuro que iremos creando todos juntos.