Cuentan que antaño, allá por el año 1956, dan comienzo las primeras imágenes de manera regular en España. Unas reproducciones en blanco y negro donde salía un señor mayor, muy serio y con aspecto respetable, dando el parte de noticias. Me refiero a la televisión, a la caja boba que en aquella época disponía de dos únicos canales y era el diapasón que marcaba el movimiento del país. El medio de comunicación que hizo su aparición más tardíamente, si lo comparamos con la primera emisora de radio en España; Radio Ibérica, que tuvo su primera retransmisión en 1924, en Madrid. El año 1661 marca el inicio del periodismo en España, con la apertura de la Gaceta de Madrid. Este se considera el primer periódico semanal.

En cada uno de estos medios existía un jefe de redacción. Solía ser una persona silenciosa, en cuya mesa de trabajo no dejaba de existir un cenicero abarrotado de colillas. Pasaba su jornada leyendo y corrigiendo lo que otros escribían.

A día de hoy, las cosas han cambiado tanto que todo lo citado nos puede parecer una serie de ficción muy anticuada y nada futurista.

Han quedado atrás las grandes tiradas de periódicos, que superaban el millón de ejemplares en los años ochenta y noventa en España. A mí me queda la nostalgia de haberlo vivido.

Habitamos en una sociedad en red. Esto no es nuevo. Lo que ha cambiado es que el sistema se ha hecho más amplio, más rápido y más barato. Internet es el gran coloso que ha revolucionado el mundo. Tanto, que hoy en día las plataformas digitales de carácter social como es Twitter, Facebook o Instagram permiten que cualquier usuario desde el más hipócrita hasta la mente más lúcida pueda dejar su opinión. Cuando es el impostor el que transmite su verdad, la democracia se convierte en un espejismo. Andy Warhol decía que todo el mundo puede tener sus 15 segundos de gloria. Ahora eso se llama “trending topic” una palpitación inmediata del corazón popular.

Corre el rumor de que el mejor invento de la democracia es el buen periodismo. En medio de una realidad tan vertiginosa e incierta como en la que vivimos, es muy necesaria su patente, la de las verdades contrastadas y los hechos objetivos.

Por encima de todos los cambios y soportes que aún estén por inventar, la función última del periodismo es contar las cosas que pasan. Relatar los sucesos, analizarlos y llevarlos a un público es algo que se puede hacer de muchas maneras, pero que no puede morir.

Y precisamente, todo ello es lo que ha estado haciendo LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA desde hace 125 años. Sobrevivir siglo y cuarto tiene un mérito indiscutible. Habéis sido testigos de grandes acontecimientos. Os habéis adaptado a la era digital. A estos tiempos tan frenéticos y difíciles, pero a la vez estimulantes que invitan a seguir peleando por hacer periodismo de calidad al servicio de la sociedad a la que nos debemos.

Mi felicitación a todos los profesionales que trabajáis en este medio porque con vuestro esfuerzo y cercanía habéis conseguido ser un referente informativo de nuestra provincia. Siendo el vehículo de trasmisión de las necesidades, los intereses y los anhelos de la comunidad a la que servís.

Vuestro compromiso con los ciudadanos y la capacidad para explicar el mundo desde la cercanía ha superado cambios políticos, crisis económicas y revoluciones tecnológicas.

La selva mediática está llena de trampas y para no caer en ellas, no hay que dejarse llevar por el tsunami del oportunismo y sensacionalismo. Manteniendo despierta la razón, el sentido común, la pluma, el verbo y siendo fiel a la verdad, la vida de una democracia sana siempre estará asegurada.