La minoría de edad no fue obstáculo para que con sólo 14 años embarcara solo a Argentina. Allí trabajó de mozo de tienda, y durante tres años dormía en el mostrador del establecimiento para poder ahorrar dinero. José María Miranda Seisdedos, fermosellano, no tardaría en dar forma a sus propios negocios hasta convertirse en un próspero industrial. El lideró, junto a otros emigrantes zamoranos, la comisión que recaudó dinero en Buenos Aires para los damnificados de la Guerra Civil española, y la que colaboró económicamente para realizar las obras del abastecimiento en Fermoselle. Hoy, medio siglo después de su muerte, su hijo Alfredo Miranda y su nieto, también Alfredo, siguen haciendo patria en Argentina y luchando por los zamoranos que allí residen. Todos llevan a Zamora en el corazón.

Nacido el 3 de octubre de 1891, José María Miranda pronto se entusiasmó con las noticias que llegan a sus oídos sobre las bondades que ofrecía Argentina a los emigrantes. Por ello convence a sus padres para que le autoricen a viajar en el vapor "Lutetia". Su primer trabajo es en la tienda San Juan, de venta de géneros y ropa hecha para hombres y mujeres. «Como el sueldo que le pagaban, de acuerdo a su edad, no le alcanzaba para pagar un alojamiento, los dueños de la tienda permitían que por la noche durmiera dentro de su local, armando su cama arriba de un mostrador de ventas», relata su hijo, Alfredo Miranda.

Con sus ahorros y una capacidad innata para los negocios, el fermosellano comienza tres años más tarde su propia andadura como empresario, tras alquilar un pequeño local donde depositaba la mercancía que compraba a mayoristas y distribuía luego a los minoristas. A continuación se sumergería en otros negocios, como el de herrajes de aluminio o en la rama de la carpintería. El joven conoce en una fiesta de emigrantes a Carmen Serrano, también hija de fermosellanos, con la que se casa en 1915. De su unión nacerían Alfredo Julián, Florinda, Luis José y Federico.

Diecisiete años después de abandonar su pueblo, José María Miranda regresa de visita a Fermoselle con su esposa y sus tres hijos mayores. Ya en 1936, el zamorano preside en Buenos Aires una comisión con otros destacados fermosellanos para recaudar fondos con los que ayudar a los heridos y familiares de los fallecidos en la Guerra Civil. En total llegaron 93 peticiones de ayuda a cada una de las cuales se asignó cien pesetas de la época gracias a ese dinero recaudado entre los prósperos fermosellanos. Igualmente, en 1950, Miranda moviliza de nuevo a todos los emigrantes para colaborar económicamente con las obras de la red de abastecimiento en Fermoselle. «Fue entusiasta el aporte de 158 fermosellanos, con lo cual se recaudó 127.680 pesos», rememora su hijo Alfredo Miranda desde la capital argentina.

Precisamente es Alfredo Julián Miranda el que pronto se revela también como prometedor empresario. Al frente de un negocio de carpintería, el joven es elegido secretario general de la Federación Argentina de Industriales de la madera. En cuanto al Centro Zamorano de Buenos Aires, y tras la reunificación de las asociaciones, Miranda hijo ocupa diversos cargos en la comisión directiva, donde hasta hace muy poco, y tras más de doce años, ha sido presidente. Su padre falleció el 4 de julio de 1957 a la edad de 66 años y de una dolencia coronaria. «Quiero dejar un recuerdo muy especial y cariñoso hacia él», subraya Alfredo Miranda, «que gravó en mí ese idealismo de trabajar por el bien común». Ahora, admite, sueña «con que nuestros hijos y nietos sigan apoyando la representación zamorana en la Argentina, como lo hemos hecho durante 82 años abuelos, padres e hijos».