En pleno corazón de la ciudad norteamericana de Los Angeles (California), Zamora tiene un espacio propio, al menos en protagonismo, en la Casa de España que reúne a socios originarios de distintas provincias. El tercer domingo de cada mes decenas de emigrantes y sus familias degustan una paella que ofrecen un grupo de mujeres zamoranas. Rosa Morán, natural de Moreruela de Tábara y que es además la vocal de Cultura del colectivo, prepara también la que será su segunda presentación de la Semana Santa de la capital y provincia en Los Angeles.

La mayor parte de las familias zamoranas, como los Vara, de Gallegos del Río, o los Viñas, de Carbajales, son muy activas en cuanto al trabajo en la Casa de España se refiere, explican sus representantes, como los hijos, «y ahora sus nietos». Rosa Morán Vaquero se trasladó con apenas unos meses desde Moreruela de Tábara a la capital zamorana. Junto a su familia se instaló en la calle Puerta Nueva, en los Barrios Bajos. En esta zona, asegura desde Los Angeles, «están todos mis recuerdos y por eso amo tanto el río Duero, porque me crié a su lado».

Al terminar el Bachillerato estudió interna en Palencia. «En aquellos tiempos no había oportunidades para nadie y menos para mujeres, así que me fui a Madrid, pero terminé en Barcelona con mis hermanos y allí conocí a mi esposo», un americano que estaba en ese momento destinado en Zaragoza. De aquella época recuerda también las grandes dificultades, «pues él no era católico y había que pedir permiso a Roma».

En el año 1964 el matrimonio se traslada a Estados Unidos. «Fue muy duro para mí no sólo por dejar el país, sino sobre todo por mi familia». Al ser su esposo militar tuvieron como destinos distintas ciudades, algunas con pocos habitantes y alejadas de la ciudad. Poco más tarde pudieron regresar a Europa durante ocho años, cuatro en Inglaterra y otros cuatro en Madrid. Es en ese momento cuando la zamorana aprende inglés y vuelve a la universidad para, con ayuda de una beca del American Cáncer Society, cursar estudios de citología, profesión a la que se ha dedicado hasta su reciente jubilación.

Pese a la distancia, admite, «amo a Zamora, amo su río, sus calles, sus edificios, su gente, sus pueblos, su Semana Santa, sus romerías... Por donde quiera que vaya hablo de Zamora a todo el mundo». Quizá por ello mantiene un piso en la ciudad al que regresa siempre que tiene posibilidad de viajar. Una de sus últimas satisfacciones ha sido comprobar que también en Los Angeles se venden productos zamoranos, sobre todo queso y vino de Toro, «algo que era imposible hace unos años».

Junto a la familia de Rosa , otro «enamorado» de Zamora, afirma, es el hijo de los Viñas, Jhony, que aprovecha cualquier ocasión, como cuando va de trabajo a París, para acercarse unos días a Carbajales». Igualmente los hijos de Lázaro y Teo Vara, y de Margarita y Cayetano, todos de Gallegos del Río y que visitan con frecuencia el municipio. Con ellos forman parte también de la asociación la familia Lena y Víctor Castaño, de Benavente, así como Vicenta Sutil y su hijo. «Sabemos que hay más zamoranos, pero no pertenecen a la Casa de España y sólo les vemos de vez en cuando, sobre todo en la fiesta campera en verano», explica. Una fiesta en la que en su última edición las emigrantes de la provincia dieron de comer a 450 personas paella... a la zamorana.