Ella estudió Economía y él Administración y Dirección de Empresas. Nada que ver con la cooperación. Sin embargo, la vocación, en el caso de ella, y la curiosidad, en el caso de él, les llevaron a la acción en terreno. "Después de la carrera empecé a trabajar una empresa de logística para importaciones y exportaciones en la que aprendí un montón y lo pasaba fenomenal, pero me di cuenta de que aquello no era lo mío, yo quería hacer algo más por los demás", explica Carmen Gómez de Barreda, Técnico de la Unidad Territorial de Europa, Asia y MONA (Oriente Medio, Norte y Cuerno de África). A Yago le picó el gusanillo y se acabó enganchando: "La solidaridad es un tema de ejercicio y cuanto más se ejercita, más te pide. En el día a día es donde me ha ido ganando", confiesa. Ahora es Técnico de Acción Humanitaria de Cáritas Española.

Invitados por la delegación zamorana de la entidad, ambos participaban en las últimas horas en una jornada formativa sobre "El papel de Cáritas en situaciones de conflicto" a fin de sensibilizar a la población sobre el actual escenario bélico y las acciones desarrolladas para paliar el sufrimiento humano. La foto Aylan Kurdi, el niño de tres años ahogado en una playa de Turquía, sigue removiendo a Carmen. "No se trata de poner la foto todos los días pero sí de hacer entender a la gente que esto sigue pasando y que sigue habiendo muertos. Hay que tener un cambio de actitud. No se pueden hacer círculos de silencio por la cantidad de muertos en el Mediterráneo y querer desentendernos de los que llegan vivos. No nos podemos hacer coraza como personas que somos", defiende.

Frente a la normalización de bombardeos y sangrientas imágenes de víctimas, los dos coinciden en señalar a los culpables: "Lo que está pasando es responsabilidad nuestra. Los conflictos tienen un componente político importante y en la medida que entendiésemos mejor cómo son las relaciones internacionales y las relaciones políticas entre Estados, seríamos capaces de entender cómo la Unión Europea juega o no juega un papel en el conflicto", señalan.

"Nos encanta hablar de la globalización, de las tecnologías que nos ponen en contacto en tiempo y forma con una persona de Australia, por ejemplo, pero la globalización también implica movilidad humana. Es un fenómeno que siempre ha habido. Ahora nosotros nos hemos empeñado en cerrar fronteras como una medida de no se sabe qué y, viendo a Europa envejecida, se podría hacer de la movilidad una oportunidad. Desde ahí es donde hay que trabajar, no desde una carga", proponen.

El apoyo psicosocial y la cobertura de necesidades básicas como el acceso a comida y salud son algunos de sus quehaceres diarios cuando están en terreno a miles de kilómetros. No obstante, apuestan también por la acción humanitaria de proximidad. "La solidaridad tiene que ejercitarse desde lo cercano hasta lo lejano. No puede ser que nos conmueva una víctima de la guerra siria y no un migrante que tenemos en la calle de al lado. Lo primero es que la población se involucre en esas iniciativas de solidaridad que le son cercanas. Ahí se suele ver la condición humana general. No hay un aquí ni un allí sino gente que sufre independientemente de donde esté. Muchas veces es más fácil solidarizarse con el que está a miles de kilómetros pero no vemos lo que tenemos al lado. El ejercicio es desde aquí", concluyen.