El polifacético Pablo Carbonell pisa hoy el escenario del Teatro Principal dentro del ciclo de humor.

-Actúa en Zamora con el espectáculo titulado "El mundo de la tarántula", un viaje emocional a 30 años de España, a tres décadas de profesión.¿Qué le hizo "desnudarse" sobre el escenario?

-Esto del desnudo se está yendo de madre... va a venir gente a verme para animarse y se va a quedar con la sensación de que le hemos estafado. ¿Es un desnudo que el payaso toque la trompeta? Algo de eso hay. Los costurones que la vida te proporciona, uno los suele llevar escondidos. En esta función solo están los golpes que han tenido una reflexión posterior y que me han hecho, a nivel artístico, como soy.

-Todo viaje tiene un inicio ¿cuál fue el de este show?

-Yo ya había escrito el libro y fui a Zaragoza (el termómetro social español, lo que funciona en Zaragoza funciona en toda España), y había presentado algo que se llamaba "Cantos regionales". Vinieron 70 personas, un fracaso. En el viaje de vuelta a Madrid reflexioné que la gente podría estar harta de que mostrara ingenios y habilidades y no quién era yo en realidad. El público con su no asistencia me estaba demandando un paso adelante.

-Usted da el paso hacia delante y cuenta su vida y sus inicios en el faranduleo subido al escenario. ¿Qué es lo mejor de mirar al pasado?

-Desde el principio tuve claro que tenía que ser de la manera más sencilla de que fuera útil a los demás. Hay cosas que cuento que me han liberado, cosas que la gente suele tener debajo de la alfombra y he notado agradecimiento por esta desinhibición, incluso cariño.

-¿Y lo más complicado?

-No dejarse llevar por la floritura o el alarde literario. Ser llano es una complicación.

-Usted ha formado parte de proyectos que han pasado a la historia de este país, entre ellos "La bola de cristal", un programa infantil que ¿hoy tendría cabida en la parrilla?

-Yo tenía la televisión idealizada, la adoraba, me parecía un lugar mágico. Poder entrar en ella cuando apenas tenía 20 años y entrar en aquel programa, que rompió tantos moldes, es algo que he valorado mucho después. En aquel momento me parecía normal. Luego nos hemos dado cuenta de que la libertad de expresión era algo que iba a durar lo que dura una fiesta y que el pensamiento único y las leyes del mercado iban a cercenar poco a poco esa libertad hasta la situación actual.

-Otro espacio que le otorgó una gran visibilidad fue "Caiga quien caiga". Sus encuentros con Esperanza Aguirre eran "singulares". ¿Ha vuelto a verla en alguna ocasión?

-Sí alguna vez hemos coincidido y siempre ha sido amable conmigo. Leo de vez en cuando en la prensa que le preguntan por mí. Ella dice que somos amigos y que se alegra mucho de que mi libro se venda muy bien. Si vuelvo a entrar en Madrid con la función, la invitaré. Yo tengo la buena costumbre de llevarme bien con todo el mundo. Estoy mucho más allá de ideologías.

-¿Sería posible ahora un programa como el CQC con la clase política que tenemos ahora en este país?

-No. Nuestra primera emisión, mi primer reportaje, fue la toma de posesión de Aznar. Han pasado más de 20 años, cágate lorito. En aquel entonces, sin crisis, en un estado de euforia productiva, nosotros podíamos hacer un programa amable, caer bien a la clase política, intentar humanizarlos, sacarlos del patrón oficialista. Ahora esa actitud sería infantil. Ahora necesitamos reportajes como los que hace Jordi Évole o Gonzo en el Intermedio.

-Los Toreros Muertos, con su humor corrosivo, hicieron canciones como "Bun bum 1789" que habla del asalto a un palacio real o "Soy falangista", que rebaja a la condición de excursionistas dicho movimiento, sin olvidar "Mi agüita amarilla". Este tipo de temas ¿tendrían cabida en el momento actual? ¿Ha perdido la música el componente de humor?

-Sí, nos hemos vuelto bastante más serios. Pero el sentido del humor tiene una virtud. El humor es un excelente conservante y hace que nuestras canciones sigan siendo válidas. Nuestra sátira siempre ha sido más musical que política, somos una parodia de grupo. Cuanto mayor sea la auto represión o endiosamiento ostente el mundillo, más sentido tiene lo que hacemos.

-¿Es verdad que cantaron ante los lugartenientes de Pablo Escobar?

-Sí, todos están muertos. Hemos perdido un público que pagaba de maravilla.

-¿Escribiría alguna canción sobre la situación actual en Cataluña?

-Ahora que los políticos han definido el tema diferencial a partir de la lengua podría hacer una canción que recordar que la lengua es una herramienta de entendimiento, que la identidad va por otro lado. Que un idioma, o un dialecto no es un ser vivo. Una lengua no sufre si no la hablas. Sufre el político que va a sacar un beneficio por meter la mano en la boca de la gente.

-El gran Pedro Reyes y el poeta y músico Javier Krahe, vinculado con Zamora, fueron dos de sus grandes amigos.

-Ambos tienen una parte de mi vida. Ambos están en el escenario conmigo. No están ahí por amigos, que también, sino por todo lo que me enseñaron.

-¿Qué echa en falta dentro del panorama artístico de este país, dentro de la "tarántula" (su madre angustiada por el futuro de su hijo en una ocasión dijo: "A mi niño le ha dado por el mundo de la tarántula")?

-Respeto institucional, visibilidad. No me refiero a ayudas. A nosotros conque de vez en cuando se pasen por los teatros, por el cine, que demuestren un interés nos encanta. Durante mucho tiempo hemos sufrido una cacería en la que prácticamente nos acusaban de que la crisis la había provocado nuestro sector. Desde el Ministerio de Cultura no hubo ningún interés por demostrar que Montoro estaba equivocado. Creo que el actual ministro, Íñigo Méndez de Vigo, tiene un carácter más abierto. Su sola presencia en nuestras cositas hace que la gente entienda que la cultura es una industria que genera riqueza.