La ciudad de Zamora es un auténtico ejemplo de conservación del patrimonio histórico e integración con "lo más rabiosamente contemporáneo" en materia de arquitectura, pero no se sabe vender. Manuel Blanco, catedrático de la Universidad Politécnica de Madrid y participante en el Seminario Iberoamericano "Cooperar desde el patrimonio cultural" que se celebra desde ayer en la Fundación Rei Afonso Henriques, considera que la comunicación es la pieza clave que le falta a la capital para atraer al turista. Zamora tiene los ingredientes necesarios para mejorar sus datos de visitantes, pero le falta un punto. Ese momento en el que se deben dejar atrás los múltiples mensajes convertidos en ruido y apostar por priorizar la información para compartirla y hacerla entender.

Más de setenta expertos de 18 países se reúnen desde ayer en la capital al amparo de la organización Patrimonio Histórico Cultural Iberoamericano (PHI) realizar un análisis de los potenciales de las ciudades y emprender un hilo conductor sobre la gestión del patrimonio. En la Fundación Rei Afonso Henriques, con la ciudad de Zamora bañada por el Duero como telón de fondo, los profesores e investigadores han dado una serie de claves sobre los pasos que la capital debería seguir para revertir los malos datos de turismo que arrastra desde hace años.

El catedrático Manuel Blanco apuesta firmemente por la comunicación como elemento de despegue del sector. "La clave se encuentra en la comunicación. Vivimos en un momento en el que comunicamos tantísimo y contamos tantísimo que al final todo se convierte en ruido", analiza. "Esta ciudad ha logrado lo más difícil, que es conservar el patrimonio, así que lo que hay que hacer ahora es compartirlo a través de una comunicación priorizada y comprendida", comenta el experto.

A juicio de Blanco, la apuesta de Zamora debe no ser solo por el turismo sino por la propia vida de la capital. "La ciudad está perfectamente preservada y conservada. Es uno de los ejemplos de una vida no encapsulada y aquí se puede construir un futuro en el que esté perfectamente integrada la arquitectura contemporánea con la del pasado que no ha sido destruida", asevera. "Uno de los problemas de la gestión del patrimonio es que nos olvidamos de que no es propiedad nuestra sino de nuestros hijos y nietos. Por es tenemos que preservarlo y que no se destruya, pero a la vez seguir construyendo un arquitectura sostenible y de calidad que se convierta en patrimonio del futuro", concluye.