"La Culebra tiene una biodiversidad diferente a la de cualquier otro lugar. Es una sierra austera y siniestra en algunos aspectos: hay espacios sin presencia del hombre durante semanas porque por allí no pasa nadie. El lobo contribuye a envolver en un halo de enigma todo el entorno". Con esta definición es difícil que los amantes de la naturaleza se resistan a descubrir la sierra de Zamora, que en los últimos años ha experimentado un goteo constante de viajeros venidos de distintos puntos del país... y del mundo. Vienen a descubrir un ecosistema "silencioso" en el que poder avistar, posiblemente, al carnívoro más difícil de observar.

Definiciones y reflexiones que corresponden a Juan Pablo Martín, educador medioambiental con casi una década de experiencia en la divulgación de los encantos de La Culebra. "Existen dos tipos de visitantes. Quienes vienen a ver al lobo sin más, porque son entendidos o porque nunca antes han conseguido verlo y quienes lo hacen desde Estados Unidos para observar un tipo de lobo diferente", apunta. El Canis lupus signatus es el gran objetivo de quienes ya conocen bien la especie. "Hemos recibido a americanos que habían documentado perfectamente a través de vídeos el lobo en el parque nacional de Yellowstone (Wyoming, Estados Unidos) y ahora quieren conocer esta subespecie solo presente en la península", explica.

Pero, ¿cómo explicar la atracción de La Culebra y de su habitante más insigne cuando en Zamora las noticias más recurrentes son los ataques al ganado? "El lobo tiene un porte tan especial y una capacidad para mimetizarse, para confundirse con el paisaje, que agrandan su misterio", afirma Juan Pablo Martín. "Es impresionante cómo se desplaza por el monte y su comportamiento social: los padres mandan, los hijos jóvenes colaboran en la cría de los más pequeños y todos tienen un rol a la hora de cazar, un papel para la supervivencia del grupo", detalla. El Centro del Lobo Ibérico de Robledo ha atraído por estas mismas razones a miles de visitantes desde su apertura a finales de 2015, pero "aunque parezca lo mismo, observarlo en libertad no tiene nada que ver con la experiencia de verlo en cautividad", añade.

Recientemente, el Ayuntamiento de Zamora apostó por llevar a Fitur un programa de turismo ornitológico, dado el interés que las aves generan en países como Inglaterra. Pues bien, ese también es uno de los objetivos de quienes acuden a la provincia para observar el lobo. Los Arribes o Villafáfila procuran a los viajeros la experiencia de completar la expedición con el acercamiento al águila real, el buitre leonado, el alimoche o la cigüeña negra.

Tranquilidad

Y tras la experiencia "todo el mundo se va satisfecho aunque no haya visto el lobo", revela el educador medioambiental. "Aprenden a rastrear sus huellas o la presencia del lobo, el ciervo, el corzo o el jabalí. Les gusta igualmente el entorno cultural, como se criaba el ganado y también el paisaje, pero sobre todo la tranquilidad que se respira", una carta de presentación que garantiza el regreso de quien descubre este entorno único.