"El trasplante ha salido bien y Aarón se encuentra dentro de lo normal, de momento va respondiendo". Natalia Vázquez, descendiente de Villabuena del Puente, sabe que su hijo de cuatro años ha conseguido una de las metas, el trasplante de médula de su hermano Saúl que se concretó el pasado martes, pero que la carrera contra la leucemia que mantiene el pequeño aún no ha terminado. Falta mes y medio, o quizá más tiempo, de aislamiento en la habitación del Hospital Central de Asturias donde madre e hijo vivirán la experiencia de, primero, "quedarse sin defensas" para, luego "lograr que prenda en trasplante y empiece a fabricar de nuevo" todos los elementos de la sangre. Natalia conoce "a grandes rasgos" el proceso por el que pasará su hijo, ya que los médicos prefieren que tenga una información comprensible y clara, más que atiborrarla con los posibles escenarios a los que puede llevar la recuperación.

"Yo ya no puedo salir de aquí en mes y medio por lo menos. Aarón está bien, pero ahora viene lo más complicado, porque sus defensas deben caer y pueden venir fiebres y tiene riesgo de infecciones". Además están las consecuencias de la quimioterapia, que tienen también sus efectos secundarios. "Él ahora mismo está contento, jugando", aseguraba Natalia a este diario a primera hora de la tarde de ayer.

Aarón Ihekwenbu Vázquez tiene leucemia linfoblástica tipo T. Su caso se dio a conocer porque necesitaba un trasplante urgente de médula debido a que no se encontró entre su familia a ningún donante 100% compatible. La familia, apoyada por distintas asociaciones, trabajó para fomentar la captación de donantes en el Registro Español de Médula Ósea, aunque el donante ideal nunca llegó. Por ello los médicos del Hospital Central de Asturias (la familia vive en Gijón), optaron por trasplantarle la médula de su hermano Samuel, de 7 años, parcialmente compatible, a la espera de que funcione y logre salvar a Aarón.