La mitad de la manada sale hacia la parte alta alejándose de la carretera. Y con la manada partida en tres llega, con su sonrisa, el conductor del vehículo de mantenimiento y se aposta en la entrada a la curva con las luces de emergencia encendidas, y alertando a los conductores. Dudas razonables, las luces no parecen que sean efectivas para impedir que las ciervas crucen.

No hay paso de cebra, pero sí paso de ciervas en este punto y más delante. Si en el kilómetro 49 no cruzaron, sí hubo irrupción en la vía pocos metros más adelante. Otra manada grande se vislumbra pasado el cruce de Val de Santa María, en la curva que enfila hacia el antiguo establecimiento del Rancho.

Y cruzan en el punto más peligroso. Talud, curva y pinar. La hembra que comanda la manada salta del talud, se planta en la carretera. Da dos pasos cautelosos en el carril, para cruzar a toda velocidad e internarse al pinar. La masa de arbolado es una trampa desde que se limpió el subsuelo, ya que está al lado de la carretera. Está limpio para que pasen, además de ejercer el reclamo de seguridad. Y más abajo, el reclamo del agua que beben a diario, con hielo o sol.

Como bien dijo un sindicalista "para ir de safari no hace falta ir a África". Basta con ir por las carreteras de la Sierra de la Culebra. Y todos los días.