esplendor de los zamoranos y de los foráneos que se sumaron a la cita preñando de arte del bueno cuatro horas de reloj, con la grandeza de que esa sexta parte del día resultó un suspiro. Iré por partes.

Inmaculada y precisa presentación de Carmelo Romo, indudablemente el mejor presentador que podía tener este magno Festival, y lo tuvo. Explica la filosofía del mismo basada en tres pilares a saber: homenajear al prócer de la flamencología, José Blas Vega. Su esposa Maritere Ruiz, presente en la sala como cada año recibió el más prolongado y caluroso aplauso de la noche. En segundo lugar, La Peña Flamenca, con su presidente Santiago García al frente, quiere que esta iniciativa sirva como lugar de encuentro y plataforma de expresión musical para el flamenco zamorano, incluso para la copla y canción española, sin discriminar a los artistas de fuera que quieran unirse al evento. Finalmente, desde su génesis, se quiere que las recaudaciones sirvan como modesto apoyo económico para causa filántropas justas. Por eso la aportación para el disfrute del mismo no es de entrada sino de donativo. Agradeció a todos los colaboradores su apoyo para dar paso a la primera actuación. Eduardo Abril, al cante, Luis González al toque y Toñi de Juan en los recitados con una bonita y bien valorada coreografía sobre la Salvaora de Manolo Caracol. Continúan cantaor y guitarrista por fandangos, desgranado los primeros racimos de generosos aplausos.

Manolo Pozoantiguo con la contundente sonanta de Antonio Regalado y las pletóricas palmas de Raúl García nos deleitan por alegrías primero y, bulerías por soleá después. También muy aplaudidos.

La debutante Rosi Crespo y la bajañí de Luis González elevaron la temperatura emocional de la concurrencia -a esas horas el lleno era absoluto y gente de pie- con farruca dedicada al recientemente ausente José Menese, siguiendo su estela y por lo tanto con letra de Francisco Moreno Galván, finalizando por campanilleros de La Niña de La Puebla. Ambos cantes muy agradecidos en forma de estruendosos aplausos.

Nanero de Villalpando con la excelsa sonanta de la reencarnación del gran Ramón Montoya, esto es, Miguel el Churre de Toro. Soleares y malagueña cerrando con el fandango de Frasquito Yerbagüena. Muchas palmas.

Sigue El Churre tocándole esta vez al patriarca José Madridanos. Malagueña y verdiales, coronando su participación por seguiriyas con gran patetismo y profundidad. Muy aplaudidos.

Debuta Loren El Torrao con la sabia guitarra de Antonio Regalado para cuadrar un estreno de muchos quilates recordando a Pepe Pinto, el gran mago de la poética transformada en melismas de alto calado emocional. El respetable agradece con creces el gesto.

La representación de potente voltaje gitano encarnada en Enrique de La Juana y la sonanta de Pablo Mora se abre por toná, sigue por fandangos y termina por canción por bulerías respondidas desde el baile por Paqui La Morena. Zamora es sin duda ciudad flamenca, con cultura jonda de décadas, por lo que el marchamo gitano en el universal arte se huele de lejos. Por eso a Quique se le entiende y aprecia en altas dosis.

El Festival, a medida que avanza, va elevando su intensidad, faltando mucho y muy bueno por llegar, el público lo entiende y a pesar de las casi tres horas sin descanso que se llevan en ese momento, sigue expectante. Aparece en escena la perla del Duero, Eva Valle con la sonanta de Antonio Regalado. Al compás Raúl García e interpretación de tientos cerrados por tangos, casi todos ellos de Pastora Pavón la Niña de los Peines. Terminan por seguiriyas a tumba abierta y vibración de los cimientos del paraninfo del Colegio Universitario. ¡Casi nada! Fuertísima y prolongada ovación.

Vuelve Regalado, ahora para ser faro guía del León de El Pego. Clemen Valle, como siempre, impartiendo docencia: malagueñas rematadas por fandango de Yerbagüena y riestra antológica de soleares. Mucho calor en los aplausos.

Miguel Escudero, debutante y foráneo puso el dedo en la llaga con su cante y con sus palabras: "Es un honor para mí estar hoy en este Festival, por lo que representa y por la gran afición y entendimiento que se tiene del cante en esta tierra. Festival que puede y debe de aspirar a ser como el tradicional de San Pedro. Ya me gustaría a mí ser y estar en Zamora". Con esto habría sido suficiente. Lo dice el que probablemente sea el artista aficionado más importante de Castilla y León, pero además cantó con el acompañamiento de un Churre enduendado. Tientos y tangos, con una delicatesen en forma de granaína y media granaína. El auditorio, como es natural, se deshizo en aplausos.

Se corona el meollo del evento con otros dos foráneos de auténtico lujo: Paqui La Morena y el toque de Pablo Mora por colombiana y canción por bulerías. Sin duda la guinda del pastel. No sería el único regalo de la pareja andaluza. Ya en la recta final nos obsequiaron con una petenera.

Apoteósico fin de fiesta, con Eduardo Abril de maestro de ceremonias, y ronda individual por fandangos para cerrar por aires buleareros y apasionante muestra bailaora de la portuguesa Diana Thedim.

En resumen, jornada flamenca magnífica donde las haya, refrendada por la unánime despedida recordando a la terminación procesional semanasantera: "Salud, y hasta el año que viene".