El mago madrileño Adolfo Masyebra actúa hoy a las 22.30 horas en el V Ciclo Nacional de Magia de Cerca, en el Centro de Interpretación de las Ciudades Medievales. El joven artista aborda los avatares que rodean su profesión y hace un breve resumen de lo que significa ser ilusionista en la España de 2016.

-¿Cómo comenzó su afición por la magia?

-Todo empezó cuando tenía 12 años, estaba en primero de la ESO y vi como uno de mis compañeros cortaba una baraja de cartas en las que parecía que había algo raro, era como si estuvieran pegadas. Estuve insistiéndole durante todo el curso para que me contara el truco hasta que finalmente aceptó antes de irse del instituto. Desde ese momento mi vida ha sido una auténtica locura.

-¿Por qué fue una locura?

-Sencillamente porque en el mundo de la magia sabes por dónde empiezas, pero no sabes qué caminos tomarás o dónde acabarás. Los libros de magia son una metáfora de nuestro estilo de vida, comienzas con un juego de cartas en la primera página y acabas practicando mentalismo al cerrar el tomo.

-La definición de mentalismo e hipnosis siempre está unida a un conjunto de tópicos y clichés que nada tienen que ver con la práctica actual. ¿Hay que redefinir estas modalidades?

-Así es. Yo mismo he ido acuñando una definición propia de lo que es el mentalismo a raíz de las experiencias que he vivido. El mentalismo es el arte de crear ilusiones utilizando nuestros cinco sentidos al máximo para obtener un sexto sentido, fruto de la práctica y el estudio. Por otro lado, para definir la hipnosis me arrogo la explicación del maestro Jeff Toussaint, la cual dice que la hipnosis no existe, sino que es una ampliación del rango comunicativo interpersonal. Estas apreciaciones están lejos del sometimiento que muchas veces se le atribuye a estas prácticas. Yo no te poseo, sino que guío a ciertos estados de confianza o relajación. Por supuesto, muchas veces mi personaje, mi yo ilusionista, da la sensación de poseer algún poder extrasensorial, pero nada más lejos de la realidad. Mi espectáculo consiste en la práctica del ilusionismo a través de la ética y el consentimiento.

-¿Qué le diferencia a usted de otros magos u otros ilusionistas?

-Mi referente es Derren Brown, lo que no es un rasgo diferenciador, pero sí es una forma de definir un poco mi estilo. Mis actuaciones, o mi forma de entender la magia, al igual que la suya, se centra mucho en la fusión. Mezclo magia con ilusionismo ritual, con mentalismo, con hipnosis y con un poco de humo también, por qué no decirlo. Al fin y al cabo el mentalista es aquel mago que sabe vender muy bien el humo. Combino todos los conocimientos que he ido adquiriendo y realizo un maremágnum de modalidades que como resultado final dan lugar al espectáculo del Adolfo Masyebra.

-¿Si tuviera que elegir una palabra para definirse cuál sería?

-"Mentalhypnos". Sí, sé que suena a locura, pero es que todos los magos estamos un poco mal de la cabeza y los mentalistas especialmente. La palabra surge de unir mentalismo e hipnosis, pero en su versión inglesa que hace referencia al dios del sueño (en la mitología griega). Esta invención define muy bien lo que las personas sienten al disfrutar de mi actuación, ya que no se sabe muy bien si te estoy hipnotizando, si estás teniendo una ilusión o si estás dentro de una película. Es tan extrema la experiencia que se crea un punto de ambigüedad, que es el terreno que debe abonar un mago para moverse con libertad.

-¿En qué va a consistir el evento que realizará en Zamora este martes?

-Sin desvelar mucho puedo decir que es algo apenas visto en España, solo se ha hecho unas cuantas veces en Cataluña y va a consistir en un show centrado en el mentalismo ilusorio. Es una nueva vertiente en el mundo de lo intangible.

-Siempre que se habla de magia, nos vamos directamente a niños, ¿es este un prejuicio difícil de vencer?

-Imaginad si lo será que yo hace tiempo que ya no me anuncio como mago, sino que lo hago como mentalista directamente. Aunque a decir verdad tampoco me libro de los clichés. El mago sigue siendo ese cuidador, esa niñera a la que los padres le cargan los chavales mientras ellos se van a tomar un café; decir mago es sinónimo de bufón de bodas, bautizos y comuniones. Por el contrario, por el hecho de ser mentalista te cuelgan el sambenito de psíquico, adivino, echador de cartas, buscador de fortuna y multitud de apelativos ligados a estafadores y cantamañanas, que es lo que es esa gente. Esta es una de las razones por las que invito a todos los zamoranos a acercarse a mi espectáculo, para que vean la diferencia entre un artista mental y un saca cuartos.

-Parece que usted se aleja de algunos colegas de su profesión que afirman que la magia existe.

-Una cosa es la persona y otra es el personaje. Esta diferenciación es esencial o al final el personaje acabará comiéndose a la persona y con él, a la razón y la lógica. Yo me encuentro en el círculo de escépticos que lucha en contra de los caraduras que van vendiendo que tienen poderes sobrehumanos. Mi intención cuando finaliza una gala nunca es que el público se vaya con la sensación de haber disfrutado de un ser superior que goza de poderes mágicos, nada más lejos de la realidad. Otra cosa es que yo promocione una confusión inocente entre la realidad y la ficción, hasta tal punto que la gente caiga en un pozo de ambigüedad en el que duden de haber visto una ilusión o algo real. ¿Hablamos de trucos? Sí. Pero también de un desarrollo de técnicas y habilidades psicológicas que permiten guiar a las personas por ciertos derroteros que tú preestableces y aquí no hay truco o juego de manos que valga.

-Y es aquí donde entra la sempiterna duda de si hay o no hay compinche.

-Exactamente, pero todo es mucho más "sencillo" que contar con un adlátere. Consisten en juegos mentales ejercitados a través de la práctica y la sugestión. Yo nunca he utilizado, ni utilizaré cómplices que recreen una situación ficticia. Para esta labor es más útil saber interpretar el lenguaje corporal que una treta de tan baja calaña. Se puede decir que soy un mentiroso "blanco", creo una ilusión pero lo hago de cara. En cambio, nunca se me ocurriría aceptar sesiones de espiritismo o intentar poner en contacto a alguien con un familiar muerto, tal y como me han pedido en alguna que otra ocasión.

-Premio internacional de Magia de Cerca en 2015 (Portugal) y Récord Guinness de Hipnosis en el mismo año. ¿Cómo ha sido el trayecto hasta aquí?

-Este es un camino de muchos años y mucho esfuerzo. Evidentemente 2015 fue uno de los años más importantes de mi vida. Todo comenzó cuando un amigo me habló del certamen en Portugal y me invitó a inscribirme, yo era un poco reacio a este tipo de concursos porque en muchas ocasiones restan prestigio. No obstante, al ser en Portugal ya tuve una excusa para poder participar. La sorpresa llegó cuando gané el concurso, fue una experiencia muy divertida. Pero sin duda, alguna la guinda fue el Record Guinnes de Hipnosis conseguido en Rimini (Italia). Me faltó tiempo para inscribirme cuando conocí que era el festival de magia con más magos (168 magos actuaron en seis horas) nunca realizado. De todas las actuaciones, la mía fue la única de hipnosis. Realicé hasta siete sugestiones a un joven alemán en tan solo unos minutos. Una vez que acabé, el jurado me llamó y me comentó que había batido un récord para mi sorpresa de nuevo. Estos han sido los dos momentos más extraños de mi vida, porque surgieron sin planearlos y encima con un desenlace feliz.

-¿Cómo ha sido trabajar con algunos de los ilusionistas más importantes del país o recibir elogios de Juan Tamariz?

-Del maestro Tamariz podríamos estar hablando horas y horas, pero no tanto de su labor artística como de su persona. Es algo constante en los grandes magos del panorama nacional e internacional. Te enseñan más sobre la vida que sobre la profesión, y no porque sepan más de lo primero que de los segundo, sino porque esos genios han vivido más experiencias que muchos de nosotros aunque viviéramos mil años. Todos coinciden en lo mismo: puedes fallar, pero no aburrir.