El director del Museo Etnográfico, Carlos Piñel, encara sus últimas semanas al frente del centro cultural regional con sede en Zamora, tras haber cumplido hace varios meses los 65 años.

-Encara su última etapa al frente del Museo Etnográfico, sus últimas semanas hasta que su sucesor sea nombrado, un proceso que ya está en marcha. ¿Cómo lo vive?

-Con cierta nostalgia pero mirando hacia delante. Es una decisión que tomo de manera voluntaria. En ningún momento he pensado en reengancharme como me instan a hacer. No me siento viejo, pero siento la necesidad de dejar paso a otras personas.

-¿Va a desvincularse del mundo de la etnografía?

-No lo puedo hacer porque ha sido mi vida desde niño. Todavía hoy me interesan el por qué de las cosas, el buscar explicaciones a las cosas y eso es la etnografía. Hay maravillas soluciones técnicas y las estéticas, que me emocionan. La etnografía es el resultado de un orden, de una tradición y una trayectoria de ahí mi interés personal por este ámbito.

-Usted comenzó en los años 80 a profundizar en este campo, pero ¿socialmente la etnografía está ya reconocida?

-Cuando nosotros comenzamos era una parcela del pensamiento o de la cultura para personas curiosas o, vista desde otro lado, desarrollada por personas que le interesaba lo que se hacía antes o los oficios artesanos o las fiestas. No obstante, no existía una aceptación. Creo que ahora se ha asumido, algo a lo que desde el Museo hemos contribuido.

-El etnógrafo y experto en folclore Carlos Porro ha manifestado recientemente que el folclore requiere una intervención "urgente" para garantizar su supervivencia ¿Está de acuerdo?

-Sin duda, se está perdiendo otros aspectos diferentes. Nosotros en el museo hemos hecho una recopilación de patrimonio material e inmaterial y previamente en los años 80, cuando estaba en Caja Zamora, anotábamos cosas que te contaban la gente incluso grabamos las fiestas, romerías y mascaradas. Nos interesa lo humano y lo que trasciende que hay detrás. Algunos aspectos han evolucionado como las mascaradas que casi estaban olvidadas pero, en función de que un interés que algunos, se han vuelvo a recuperar. Algunas manifestaciones no tienen que ver con lo que había, la historia continua aunque de otra manera. En el caso de la arquitectura se está perdiendo mucho. Ahora bien no se debe y se puede conservar todo, estamos abocados a que las cosas desaparezcan pero hay que conservar esa memoria porque está unida a nuestra supervivencia.

-El proyecto museístico que concibió incluía un instituto de investigación ligado al museo ¿le ha tocado renunciar a él?

-Para mí era fundamental. Desde este museo podemos hacer una investigación, la hemos hecho y la hacemos, así como facilitamos los cauces para llevarla a cabo, pero la tarea de una institución como esta tenía que haber ido mucho más allá. Tenía que ser algo tangible que permitiría junto con las universidades, porque hubiera implicado a alumnos y profesores, generar un beneficio en la preparación los propios estudiantes.

-¿Por qué quedó en aguas de borrajas?

-Las iniciativas que funcionan casi siempre mejor son las individuales o de pequeños grupos, en cuanto llegas a las administraciones resulta muy difícil poner en marchas estas propuestas. La burocracia fue un gran problema. Las decisiones estaban tomadas y al entrar en juego distintas consejerías los intereses fueron distintos. Hubo conversaciones con la Universidad de Salamanca, incluso mantuve varias reuniones sobre el tema con el entonces rector y luego director de Políticas Culturales José Ramón Alonso, y los dos lo veíamos clarísimo. El problema fue darle forma porque hay unos esquemas muy rígidos en las relaciones de la universidad, la Junta y el Ministerio de Educación. Este instituto hubiera enriquecido a una generación de investigadores puesto que hubiera sido un centro estable.

-El Museo Etnográfico de Castilla y León supera los 447.500 visitantes desde su apertura, ¿ha logrado ser un dinamizador de la vida cultural de Zamora

-Estamos para que la gente disfrute, aprenda y se vaya satisfecho de lo que ha visto en nuestro centro. Yo creo que sí ha sido dinamizador en gran medida, aunque siempre se puede hacer mejor. Creo que lo hemos logrado en el sentido de cómo se percibe socialmente ahora la etnografía. El propio montaje y discurso museológico ha hecho que seamos referentes para muchos centros del extranjero al intentar explicar las cosas con sencillez. La etnografía no es mirar al pasado con nostalgia sino que la vida cambia y hay que explicarla. El Etnográfico promueve conciertos de grupos jóvenes, conferencias y cursos de temas que tiene que ver con el día a día. Tenemos arte contemporáneo y de la última vanguardia de artistas conocidos internacionalmente. Queremos estar con los tiempos e ir abriendo ventanas. Algunos visitantes se han llevado muchas sorpresas con determinadas propuestas como la exposición de Outumuro, uno de los fotógrafos de moda más importantes del mundo, o al ver las imágenes de Chano Lobato, Premio Nacional de Fotografía.

-Uno de sus deseos ha sido la renovación del discurso expositivo, sin embargo se va y no ha podido llevarse a cabo.

-Es de las cosas que quedan pendientes, pero sería cambiar algunos objetos, pero no el discurso del montaje que sigue estando vigente. No obstante, sí hemos variado ciertos elementos expositivos. Recientemente nos ha visitado un grupo de la Escuela de Arquitectura de Valladolid que viene para ver el contenido y el continente y me comentó un profesor, para mi sorpresa, que ha habido bastantes cambios desde la última vez que lo recorrió.

-Los cambios que han efectuado también se han podido llevar a cabo gracias al incremento de piezas.

-Cuando el Museo Etnográfico arrancó superaba las 10.000 piezas y ahora mismo hay más de 20.000, sin duda gracias a las donaciones que rondarán los 8.000 objetos y patrimonio documental. Entre las donaciones importantes destacaría por su volumen, la de Julia Sanz, que fue cerca del millar de piezas con colecciones y grupos muy interesantes. A veces las más valiosas son las piezas más humildes que se destruyen y de las que no hay más ejemplos en España, como un estadal que no hay otro. También tenemos la colección Luis Cortés, toda una referencia en arte pastoril, que pasó de cesión a donación. A mayores hemos recibido las bibliotecas de grandes expertos como Ángel Carril y Francisco Rodríguez Pascual, lo que nos permite saber qué se ha escrito en el pasado y en el presente. Disponemos ya de una importante biblioteca especializada.

-Carlos Piñel ¿va a realizar alguna donación al centro?

-La etnografía es mi vida y desde mi niñez he recuperado y adquirido piezas, algunas de las cuales hay ya expuestas en el centro. En principio quedarán como una cesión temporal y luego donaré una parte importante por el interés artístico y cultural que tienen.

-La rebaja del presupuesto del Etnográfico ha condicionado el funcionamiento del centro e incluso tuvo que despedir a un técnico.

-Fue muy duro personalmente porque no pude resolverlo como quería y era una persona necesaria en el centro. Cuando abrimos estaba muy claro que íbamos a crear un equipo básico para comenzar a funcionar bien y la idea era que, poco a poco, pudiera irse incrementando la plantilla. Era poner en marcha un edificio de 10.000 metros cuadrados, comenzar a tener actividades y darle vida. Desde mi punto de vista no tenía sentido tener una plantilla de veinte personas. Sin embargo, la ampliación de la cifra de técnicos que quería hacer paulatinamente, no ha sido posible, entre otras cosas, por el cambio económico que hemos sufrido.

-¿Qué otros factores han influido?

-Se fueron abriendo otros centros regionales. El Etnográfico no ha estado tratado con la misma consideración que los demás centros regionales. Abrimos brecha y a los otros tres se les dotó presupuestariamente mejor y con más personal. Las diferencias económicas y de personal entre este centro, el Museo de Arte Contemporáneo y el Museo de la Evolución Humana han sido abismales y eso lo he trasladado a los responsables de la Junta.

-Y desde la administración regional ¿qué explicaciones le han dado?

-Los políticos edulcoran las cosas. Yo no he tenido vinculación política con ningún partido, lo que permite hablar con mayor claridad. Además otro aspecto a tener en cuenta es que las instituciones de Zamora tenían que haber apoyado más al Museo Etnográfico e incluso lo han ignorado en determinados momentos y hablo del Ayuntamiento de Zamora. Antonio Vázquez cuando recibía una visita importante se ponía en contacto conmigo y esa persona visitaba el centro, algo que no ha pasado con Rosa Valdeón, quien como alcaldesa ignoró al museo. La Diputación ha realizado una pequeña colaboración que sigue. Ni Diputación ni Ayuntamiento de Zamora han estado a la altura como instituciones para apoyar a un museo como este que genera un beneficio para la ciudad y para la provincia.

-Con el gobierno de Valdeón el ayuntamiento no estuvo presente en el patronato ni apoyó económicamente al museo, ¿ha cambiado la situación con el actual equipo de gobierno?

-Hace ya varios años que el Ayuntamiento no aporta fondos y con el actual equipo de gobierno siempre ha habido sintonía porque siempre defendieron que el Ayuntamiento aportara un dinero. No hemos concretado nada todavía porque no se ha vuelto a reunir el consejo rector del Museo. No obstante, ha habido conversaciones informales con el alcalde y hemos hablado de fórmulas de colaboración que no tienen por qué ser las usuales.

-Su entrada en la dirección del museo la conoció antes por los medios de comunicación que por los políticos y para irse ha tenido que esperar varios meses pese a haber comunicado, en reiteradas ocasiones, que se jubilaba y dejaba el puesto. ¿Se ha sentido ninguneado por parte de la Junta en algún momento?

-En absoluto. Con todos los consejeros de los que he dependido el trato ha sido muy cercano y muy de reconocer la labor del Museo Etnográfico y la mía propia. Me han instado en varias ocasiones que siguiera al frente del centro. El propio Herrera me ha apoyado e incluso me ha pedido que siguiera dos años más en el puesto, pero la decisión estaba tomada.

-¿Estará en el comité que elegirá a su sucesor entre los aspirantes al puesto?

-Sí, sí estaré. Mi sucesor, con el que espero que acertemos, creo que tiene que tener una visión distinta a la que yo tengo del museo. El centro está abierto y tiene una dinámica de funcionamiento que espero que siga. Seguro que habrá un giro en algunas cosas pero eso lo marcará la importa de la persona que venga. Mis vínculos con el mundo artístico han condicionado algunas de las actividades llevadas a cabo. Ahora es muy complicado que quien venga sea un artista contemporáneo que haya dedicado su vida a la etnografía.

-Durante estos años su carrera pictórica ¿ha quedado algo relegada?

-Un poco sí, pero no he parado de hacer cosas. (Risas). Me han invitado a un gran evento de arte contemporáneo de Madrid a finales de mayo. Ahora voy a poder desplazarme sin prisas y quiero trabajar con el artista Ramón Puig con quien desde hace años tengo pendiente un interesante proyecto que se desarrollará en el extranjero.

-En "Aqua" se ha apostado por el arte contemporáneo con presencia de artistas como usted.

-Es la tercera vez que una obra mía está en una cita de Edades. Tuve una en Medina del Campo y en Salamanca dos obras de la colección Caja Duero. En Toro hay un cuadro realizado en el años 1995 que me gusta mucho. Le había perdido la vista a esa obra y si te sigue gustando es que está bien hecho. Me parece interesante esa apuesta por el arte contemporáneo, pues hay piezas realmente interesantes.