"Cuando me ordené existía la imagen del cura en la sacristía, en casa y en el rosario y eso ha cambiado. Ahora no tienes ni tiempo para eso y además precisas ayudas". Así de taxativo se mostró ayer Benito García Benito, capellán de las Dominicas de Toro que lleva 60 años de sacerdocio a sus espaldas. Pese a que se ha jubilado ya sus labores al frente de una parroquia toresana, donde ha estado destinado durante 40 años, "intento ayudar a los actuales párrocos, aunque pueda aportar poco hay que sumar fuerzas y restar tiempo del sueño si hace falta", comenta este presbítero con motivo de la Jornada Sacerdotal donde trece sacerdotes diocesanos que celebran sus aniversarios de ordenación presbiteral, ocho de ellos cumplen sus bodas de diamante 60 años ordenados; dos las bodas de oro, y tres las bodas de plata.

"La situación de la diócesis obliga a tener cada uno bastantes pueblos", menciona Santiago Alonso Ferreras, sacerdote con 50 años de ejercicio centrados en el medio rural. Este hombre que ha ejercido su ministerio principalmente en Tierra de Campos en estos momentos atiende a los feligreses de Riego del Camino, Pajares de la Lampreana, Arquillinos, Manganeses de la Lampreana, Villalba y la residencia de Villarrín. "Hay momentos complicados, pero la fe hace que tires para adelante", declara y añade que en su caso resulta "muy importante" contar con personas que colaboran en cada parroquia. "En dos parroquias cuando no voy el domingo hay seglares que realizan una oración litúrgica y así vamos ateniendo a la gente problema será cuando nos vayan agregando más poblaciones", agrega Alonso Ferreras. Con respecto a la asistencia a la misa dominical "hace 50 años todo el mundo no tenía más remedio casi que ir a la iglesia, ahora hay más libertad y tenemos que ir dando el ejemplo y testimonio", concluye.

La mayor libertad también la menciona Fernando Toribio, que festeja sus bodas de plata sacerdotales. "La juventud es más receptiva ahora al mensaje de Dios que cuando me ordené porque hay más libertad. Antes existía una presión social por parte de padres o abuelos que generaba un rechazo por parte de los jóvenes. Ahora eso no sucede", concreta el presbítero que desde hace muchos años trabaja con las nuevas generaciones. Su trabajo con la juventud ha hecho que "siempre me haya visto en la necesidad de replantearme muchas cosas, no de principios, sino de formas", declara minutos antes de comenzar en San Andrés la misa presidida por el obispo, Gregorio Martínez, y concelebrada por un centenar de sacerdotes con motivo de San Juan de Ávila, patrono del clero secular español.

En su homilía, el obispo destacó la figura del santo patrono de los sacerdotes y mencionó que "nuestra vida tiene sentido cuando es mirada desde Dios, con Dios y para Dios". Martínez Sacristán también se dirigió a los curas que cumplían sus aniversarios de ordenación y les dijo: "Sois ejemplo para mí, siempre, y sois memoria de lo que en la Iglesia es imperecedero, el ministerio apostólico". Al final de su intervención el prelado se dirigió al joven Agustín Crespo Casado, seminarista de los últimos cursos, y le instó a ser "fiel a la Palabra de Dios y, cuando la proclames, sea expresión de lo que vives". Después tuvo lugar el rito de institución de acólito y lector. El joven, puesto de rodillas ante el obispo, recibió una oración de bendición, y se le hizo entrega del Leccionario, el libro de la Palabra de Dios, tras una nueva bendición para el desempeño del ministerio de acólito se le entregó la patena con el pan para servir el altar.