El historiador José Luis Gutiérrez Molina fue el encargado, junto con Francisco Lira, de poner el punto final a las jornadas culturales de la CGT, que este año se han centrado en la figura de Agustín García Calvo. Gutiérrez, que conoció al intelectual, relata la experiencia del zamorano durante su estancia en la Sevilla de los años posteriores a la Guerra Civil, así como sus vivencias posteriores.

-¿Cómo era Sevilla durante la dictadura?

-El régimen expulsa, y también asesina, a buena parte de la población y crea un ambiente muy anterior al de la Sevilla de antes de la guerra, una ciudad con un fuerte movimiento obrero y con una clase popular activa, moderna y progresista. El nacionalcatolicismo de la dictadura se refleja en todos los aspectos de la vida.

-Y es a esa ciudad a la que llega Agustín García Calvo.

-Sí, llega en 1959 a hacerse cargo de una de las cátedras de la Facultad de Filología y del Instituto Murillo, un centro femenino en una época de enseñanza segregada. La ciudad recibe a García Calvo como puede recibir a cualquier otro catedrático, pero pronto se va a ver que no es un catedrático normal.

-¿Qué es lo que le hace especial?

-Primero, su saber. Se decía que sabía más latín que los curas. Y que no se limitaba a dar clase sino que pronto va a participar en unos seminarios de fonética fuera de las clases, donde se concentran grupos de estudiantes incorformistas con el régimen. En ese momento no tiene la icónica imagen de después, pero ya viste de un modo desaliñado, al estilo de Antonio Machado. Una curiosidad es que llevaba la corbata sin anudar por completo y ese va a ser uno de los elementos de distinción de los "garcíacalvistas", si se les puede llamar así.

-¿Qué influencias despiertan sus ideas en Sevilla?

-Se empiezan a crear grupos donde se van juntando ciertas personas, sobre todo estudiantes, y eso choca con la universidad que todavía existía en Sevilla.

-¿A qué tuvo que enfrentarse el intelectual zamorano?

-A lo que podría denominarse el último proceso inquisitorial de la Universidad de Sevilla. Va a ser acusado por actividades sospechosas como meter el flamenco en la universidad o por representar a García Lorca. Fue completamente excluido del mundo universitario, acusado de cosas que ahora nos parecerían absurdas como poner en duda la virginidad de la Virgen. Como la Inquisición, el régimen llama de forma anónima a sus alumnos con el fin de sonsacar si lo que se dice es cierto o no. Afortunadamente los alumnos no declaran en su contra pero su vida en la universidad y en la sociedad sevillana, una vida de catedrático en la que era invitado a conferencias, se queda atrás y tiene que salir de Sevilla.

-¿Cómo se produce la salida de García Calvo de Sevilla?

-Se va a Madrid en lo que no deja de ser una pantomima de ese mundo integrista y reaccionario sevillano que predominaba en 1963. No obstante, Agustín no deja ahí su relación con Sevilla, que es constante hasta los últimos años de su vida.

-¿Cómo fue la relación posterior?

-Viene a Sevilla después de ser expulsado de la Universidad de Madrid con Basilio Martín Patino, a rodar una película. Esto llega a los oídos del alcalde y se interpreta como una chulería, una afrenta de ese señor que ha sido expulsado de la ciudad. Se suspende el rodaje, se obliga al equipo a dejar Sevilla y la película desaparece hasta el día de hoy. Aún no sabemos si se destruyó o si está guardada en algún sótano.

Hay después otro episodio que muestra la Sevilla más "carca". Le hacen una entrevista en el diario sevillano de entonces que levanta la ira de ciertos sectores, sobre todo del alcalde, Moreno de la Cova. Denuncian al periódico, le multan y obligan al director a presentar la dimisión por difundir ideas contraproducentes. En la entrevista, realmente, García Calvo hablaba fundamentalmente de temas fonéticos y académicos.

-García Calvo sale de Sevilla, pero no consigue escapar de la represión del régimen. ¿No es así?

-Va a ser represaliado directamente en Madrid, cuando va a ser expulsado de su cátedra en la Universidad Complutense a los ocho meses de llegar. Llega a principios del curso 1963-64 y es expulsado en febrero del 64 junto con Tierno Galván.

-¿Qué explicación se da para esta expulsión tan fulminante?

-Directamente se le echó por apoyar ciertas manifestaciones. Comparece ante el Tribunal de Orden Público, que no hace tanto tiempo había sustituido a los Consejos de Guerra, sistema habitual del franquismo para juzgar opositores. Tanto en Sevilla como en Madrid lo que de verdad pretende el régimen es que las nuevas generaciones no se forjen dentro de un mundo donde la educación tiene un papel que va más allá de la transmisión de los valores más conservadores. La educación siempre ha sido uno de los grandes enemigos de las dictaduras, y esto no es exclusivo del franquismo.

-El caso de García Calvo permite ver la estrecha vigilancia sobre el sector docente.

-Efectivamente. Es uno de los cuerpos más represaliados desde el 36, y no por casualidad es José María Pemán el que encabeza esta actividad, una de las personas más reaccionarias política e ideológicamente del siglo XX español. La transmisión del conocimiento siempre ha sido un gran problema para las dictaduras.

-Casos como este muestran que, reconociendo que la vida de los exiliados fue tremendamente dura en todos los aspectos, no lo fue menos la de las personas que tenían que convivir constantemente con la vigilancia del régimen de Franco.

-Por supuesto, e incluso se llega a hablar de exilio interior, un exilio interior que en el caso de García Calvo no solamente se produce durante la época del franquismo. También va a estar presente durante la conversión de la dictadura en Monarquía Parlamentaria. Va a ser una persona que siempre está en los márgenes de la oficialidad, una persona a la que los poderes sociales van a tratar con cierto desprecio. El mayor ejemplo lo tenemos cuando muere. En cualquier otro país, la muerte de uno de los mejores pensadores universitarios habría copado la opinión pública durante días. En España, su fallecimiento generó, en muchos casos, menos interés que el embarazo de la novia de un futbolista, y esto es tristísimo. El trato que recibió García Calvo durante su vida es un termómetro de la situación de nuestro país.

-El intelectual zamorano tuvo que exiliarse en Francia para después regresar a España. ¿Cómo se produce su regreso? ¿Es ya reconocido?

-Primero es readmitido en la universidad, pero no se va a convertir en un intelectual al uso, ni va a ser complaciente con lo que está pasando en el país. Va a seguir siendo una persona muy crítica, alguien que, digamos, está en contra de todo desde un aspecto intelectual, con pensamientos que no se pueden considerar cercanos a los de las fuerzas que lideran la Transición. Por tanto, y oficialmente, Agustín va a ser visto con reparo hasta el final de sus días, pero va a ser recibido y aceptado por la juventud española. Cada vez que venía a Sevilla, los espacios que ocupaba se quedaban pequeños para acoger a tanta gente, personas que no siempre peinaban canas.

-Es reconocido su papel en Zamora durante el 15-M.

-Es una muestra de la lucidez que mantuvo hasta el final de sus días, de la rapidez para reaccionar ante los acontecimientos. Ahora, como en las cosas importantes, todo el mundo dice que estaba allí. Pero Agustín García Calvo realmente estuvo allí.