Descendiente de la familia Regojo, grandes emprendedores oriundos de Fermoselle, Rita Balboa ha descubierto hace solo tres años su verdadera pasión, ayudar el desarrollo personal, que ha plasmado en su primer libro, "Volver a empezar".

-¿Que ocurrió en 2012 para dejar su incesante actividad profesional y darse un respiro?

-Yo dirigía una empresa familiar en Portugal, donde estuve viviendo doce años. Fue un proyecto que me absorbió muchísimas fuerzas y energías. Con la crisis, el grupo familiar tuvo que salir y yo con él. Para mí fue un momento muy duro. Este libro nace como una auto terapia para poner por escrito mis reflexiones y sentimientos acerca del sentido de la vida, de meditar sobre tantas cosas por las que yo me había sacrificado y ahora me pasaban factura.

-¿En su caso la crisis fue sinónimo de oportunidad?

-En chino la palabra crisis tiene dos ideogramas, uno significa peligro y otro oportunidad. Ante cualquier crisis existe el miedo al cambio, a las dificultades, a salir de la zona de confort, a la inseguridad que todos tenemos. Pero también son oportunidades para encontrar y afrontar nuevos desafíos. Yo tengo la suerte de que siempre miro hacia adelante. No quiere decir que haya pequeñas heridas, pero esas oportunidades te llevan a sacar lo mejor de ti mismo. La crisis fue una oportunidad de afrontar nuevos desafíos, que de otro modo no me hubiera atrevido.

-¿Qué papel tuvo este libro para ese cambio?

-Soy una persona que hacia fuera puede parecer que siempre he dado tumbos profesionales, pero lo cierto es que he tenido una línea de continuidad. Soy arquitecto de formación, pero cuando terminé la carrera, al ser de casta de empresarios, tenía dentro de mí esta inquietud e hice un máster en Barcelona. A partir de ahí me he dedicado al mundo empresarial, pero siempre centrada en el mundo de la cultura empresarial y de la gestión de las personas. Este libro me ha permitido reconocer mi verdadera vocación, que es trabajar sobre el desarrollo personal y la búsqueda de la felicidad de las personas.

-¿Es su caso un claro ejemplo de que se puede empezar de cero a cualquier edad?

-Siempre digo que el volver a empezar tiene dos aspectos. A veces, ante situaciones traumáticas, el volver a empezar ante un cambio radical. Pero también volver a empezar cada día con una ilusión renovada las rutinas. Pero nunca es volver a empezar absolutamente de cero, porque también hay que aprender del pasado. No podemos hacer tabula rasa de lo que es nuestra historia, porque se trata de nuestra memoria, aquello que somos, con todas nuestras experiencias. Uno puede cambiar el camino hacia el norte, pero es ahí hacia donde nos dirigimos.

-¿Qué puede aportar este libro al lector?

-Este libro llegará a mucha gente, ha sido escrito de un modo sencillo pero profundo. A mí me parece que es una obra que hace pensar, pero sin perderse en él. Mi experiencia de distintos lectores es que llega tanto a gente joven como madura, a gente culta y sencilla. Y esto para mí es importante, porque trata de los temas fundamentales de la vida: el pasado, el presente, la familia, los amigos, el amor, el trabajo, el sacrificio, el dolor o los sueños. Trata de tantos temas que se descubre que en el fondo somos muy parecidos. En este libro cada corazón puede encontrar su eco. De hecho, para mí lo importante no es lo que digo, sino el eco que mis palabras generan en la cabeza y el corazón de los lectores.

-¿Qué consejo daría a esa gente que está dudando en dar el paso hacia el cambio?

-En primer lugar, confianza en uno mismo. El amor tiene que ser primero a uno mismo para conseguir proyectarse en los demás, solo nos podemos entregar a los demás cuando nos valoramos de verdad. Eso a veces depende del carácter de las personas y de lo que hayan vivido. El tema de la confianza es algo que me apasiona y también hay que tenerla en uno mismo, porque todos tenemos grandes dones que a veces desconocemos, así que también hay que apostar por el autoconocimiento personal. Otro aspecto que me parece importante es la valentía. Hay que arriesgar, porque muchas veces estamos en esa zona de confort descontentos, ya sea en temas personales o profesionales, rodeados de una situación que nos es tóxica, que no nos gusta, pero que no tenemos la valentía de afrontar. Ahí es donde hay que dar el paso, porque en esos nuevos derroteros es donde vamos a encontrar la felicidad. Y por último, ser optimista.

-Aboga por reflexionar sobre los valores humanos, ¿se han perdido en estos años?

-Creo que es necesario desarrollarse personalmente y llegar a la plenitud. Y sin lugar a dudas, decimos que una persona es grande cuando tiene valores y virtudes, es trabajadora, sincera, honesta, con capacidad de superación. Los valores son las virtudes humanas, pero además es que el ser humano está siempre en construcción. A nivel psicológico y humano uno puede ser cada vez más grande.