"Mural Zamora", el proyecto que recoge la veintena de creaciones que ha conquistado muchas de las paredes de la capital, se traslada ahora al papel para recoger en una cuidada colección todas las obras de Alejandro Pérez Carbajal y David Sánchez. Este sábado presentaron la iniciativa en Carambola (Pablo Morillo, 8), un proyecto en el que también ha colaborado el arquitecto Francisco Somoza. Uno de los miembros del grupo, Pérez Carbajal, destaca el trabajo en equipo y los beneficios turísticos de esta idea.

-¿Cómo surge la iniciativa de trasladar los murales de la pared al papel?

-Es algo lógico que para cerrar un proyecto de esta envergadura se editen todas estas imágenes. Pero no se hace solo con las pinturas definitivas, lo que está al alcance de todo el mundo, de todos los objetivos y de todas las vistas. Se edita también la historia y todo el proceso.

-Unas imágenes a las que acompañan también textos de Francisco Somoza.

-Los textos son muy interesantes y profundos, se explica desde la semilla, porque hace falta esclarecer todo el proceso y el por qué de las cosas. Al contarlo, se gana en valor y se puede ver con otros ojos el objeto final. Al fin y al cabo es una forma de cerrar este proyecto, ganando en atractivo. Somoza ha aportado la parte más conceptual del asunto, uniendo pintura y ciudad, mientras que nosotros nos hemos ceñido esencialmente a la parte técnica.

-¿Qué se añade en este proyecto final?

-No solo aparecen las fotografías del muro finalizado, sino todo el proceso, momentos ya irrepetibles. Es como dejar memoria de todos ellos. También aparecen fotografías imposibles de la ciudad, que solo se pueden hacer desde la altura que ofrecía el medio mecánico utilizado para elevarnos. Por ejemplo, hay unas vistas nunca vistas de la calle de Balborraz con sus tejados, la muralla oculta en esa zona o panorámicas en las que aparece incluso el Puente de Piedra. Son esos regalos que te hacen las circunstancias y que quedan ahí reflejados.

-¿Pensaba que este proyecto iba a tener semejante envergadura cuando lo comenzó en 2013?

-Nadie podía saber siquiera que todo esto fuera a tener continuidad, aunque había cierto atisbo de ello cuando yo solo comencé con las pruebas en tres muros hace dos años. 2015 ha sido el de mayor creación y hasta aquí puedo leer.

-¿Cuáles fueron esos inicios?

-El primero fue el mirador de San Cipriano, en la pared del albergue. Solemos hacer las pruebas bastante escondidas. Luego se completó con el mirador del Troncoso y el de calle Moreno

-Ese es uno de los más visibles del casco antiguo.

-Tiene dos características: situación y sorpresa. Al tratarse de una calle estrecha, hasta que uno no está encima no se da casi ni cuenta. En ese se ha conseguido hacer de un rincón claramente abandonado un rincón claramente intervenido y sorprendente. Simplemente con algo de pintura y gracia se ha logrado revertir totalmente el efecto. Ahora cada uno debe sacar su conclusiones.

-¿Cómo valora la respuesta de los zamoranos, que han podido ver el proceso de cada rincón intervenido?

-Viviéndolo minuto a minuto no eres capaz de hacer una valoración general. Ocurre tan despacio que tú vas estando ahí y quizá por eso no sea capaz de hacer una valoración en ese aspecto, pero sin duda sería positiva si me tuviera que atrever a poner en la balanza todo lo vivido en este tiempo.

-¿Se aporta valor a la ciudad, tanto en el plano turístico como en el del día a día de las personas que se cruzan con ellos?

-A nivel turístico sin duda, porque una persona que tiene en su mano el poder hacer esto y costearlo, se lo piensa dos veces y no mete la pata. Siempre hay unos filtros y varias cabezas pensantes detrás para intentar darle un valor. De cara al día a día de la gente, es algo que tiene que valorar cada uno, algo más personal. El beneficio es el que tú quieras que te dé, dependiendo de lo que te ilusione, guste, evoque y motive. Pero de algunas fachadas nadie de acuerda de cómo estaban antes.

-¿Considera positivo que se pueda fomentar el turismo a través de los murales?

-El turista no se lo espera y no hay nada más bonito que ir a un sitio y que pase algo positivo que no te esperas. Ese listón está superado.

-¿Se atreve a elegir alguno entre todos los creados?

-Eso es como pedir a un padre que diga cuál de sus hijos es feo. A todos les tengo cariño, aunque a lo mejor los hay que por la temática no te suponen nada, como alguna mímesis de piedra que se ha hecho para esconder un muro. Quizá el de la calle Granados dio más trabajo y si tengo que decir algo personal sobre ellos sería que me he divertido mucho haciéndolos.

-¿El proyecto está definitivamente cerrado?

-Se puede decir así, porque el equipo ha cambiado y no somos los mismos. Cualquier cosa que ocurra será diferente a esta, así que es algo ya irrepetible.

-¿Tiene ofertas de otras ciudades para trabajos similares?

-De momento no y no sé si ocurrirá, pero no es una puerta que cierre.