El profesor y poeta de Carbajales de Alba, Ignacio Sardá, recibirá este viernes a título póstumo la distinción de "Hijo adoptivo de la Ciudad". Amparo Pascual, su viuda, recogerá la medalla mañana durante el acto de homenaje que se celebrará en el Teatro Principal de la capital. Una gala que servirá para cerrar las actividades conmemorativas del centenario de su nacimiento. La distinción llega a manos de la familia doce años después de que le fuera concedida, puesto que en el año 2003, gobernando Antonio Vázquez, se reconoció la figura del autor, aunque nadie sabe aún por qué esa medalla nunca fue entregada.

El Teatro Principal de Zamora será el escenario del último gran acto de homenaje a la figura de Ignacio Sardá en el centenario de su nacimiento. Amigos del profesor se reunirán en el coliseo local para entregar a su viuda, Amparo Pascual, la medalla que le acredita como "Hijo adoptivo de la Ciudad". Y es que, a pesar de haber sido "un defensor de Zamora a ultranza", como así lo describe Miguel Ángel Mateos, el poeta nació en la localidad de Carbajales de Alba.

La familia de Ignacio Sardá ha protagonizado a lo largo del año diferentes homenajes a la figura del autor, entre las que destaca una exposición con material inédito y manuscritos realizada en la Escuela de Magisterio del Campus Viriato con la colaboración de Amparo Pascual. No obstante, aún quedan varios actos para reconocimiento del "hijo adoptivo". En breves fechas, se tallará en la escultura dedicada al profesor en la plaza de Claudio Moyano una frase del poeta. Además, el mismo día de la gala se realizará en ese lugar una ofrenda floral.

El homenaje a celebrar mañana en el Teatro Principal comenzará a las 20.00 horas y servirá para que todos los que lo deseen puedan leer, recitar o comentar algún aspecto del legado de Ignacio Sardá en el coloquio que se abrirá una vez concluido el acto oficial. En él participará Miguel Ángel Mateos como único representante de la Comisión formada en el año 80 por 18 personas tras la muerte del poeta de Carbajales de Alba para decidir qué se hacía en torno a su figura. "Ignacio no fue solo un polígrafo, un conocedor de la filosofía y dominador de lenguas. También fue un defensor a ultranza de Zamora. Una defensa que realizó como concejal desde 1971 hasta 1976 y que yo intenté continuar en mi labor pública", apuntó Mateos.