Las fincas de Fuentelapeña, Guarrate, Fuentesaúco, Villamor, Toro y alrededores eran sus preferidas para cometer los robos. Motores de riego, baterías, gasolina, arados rejas e incluso chatarra de hierro era el botín que cargaba en la furgoneta, sin que ninguno de los dueños de las tierras fueras capaces de identificarlo, ni a él ni a sus compinches.

Los hechos ocurrieron durante la segunda quincena del mes de septiembre de 2012 y durante el juicio testificaron los propietarios de las fincas, quienes aseguraron que no habían recuperado nada de lo sustraído. Tan solo uno de ellos persiguió durante unos kilómetros la furgoneta en la que escaparon, después de verles manipular un tractor y huir tras ser descubiertos.

En sus declaraciones, los guardias civiles que interceptaron la furgoneta de los sospechosos en el término municipal de Venialbo aseguraron que encontraron en su interior chatarra y herramientas, además de algunos tubos de regadío "de los que no pudieron justificar su procedencia".

La defensa pidió la absolución del acusado, argumentando que "no hay pruebas" contra su cliente y que en todo caso se trataría de una tentativa de hurto, así que solo se le podría acusar de una falta.

Por su parte, la fiscal solicitó para el acusado, quien no se presentó al juicio, una pena de dos años por un delito de robo y doce meses por un delito continuado de hurto. La mayoría de los dueños de las fincas, debido al tiempo transcurrido desde los sucesos, no solicitaron indemnizaciones.

Los que sí se presentaron al juicio fueron las otras dos personas que en ocasiones le habían acompañado en estos desplazamientos. Ellos sí reconocieron los hechos, por lo que la fiscalía y la defensa llegaron a conformidad. De esta manera, al hombre, sobrino del acusado, se le aplicará una pena de un año de cárcel por un delito de robo y otros doce meses por un delito continuado de hurto. Por su parte, la mujer deberá cumplir tan solo cinco días de localización permanente, puesto que estuvo implicada en solo uno de los hurtos.