Un año y tres meses de prisión por sendos delitos de extorsión y lesiones es la condena que espera a cada uno de los tres acusados de meter en el coche a su abogado para llevarlo a un descampado y obligarle a firmar unos documentos para librarse de la deuda por unos honorarios que tenían pendientes. Además, los tres, dos hermanos y su cómplice, deberán abonar trece mil euros al letrado, al que no podrán acercarse durante cinco años. La sentencia de la Audiencia Provincial de Zamora todavía no está escrita, aunque es más que seguro que se pronuncie en estos términos, ya que acusación, fiscalía y defensas llegaron a un acuerdo para cerrar con esta condena el rocambolesco caso de un caso conocido popularmente como el "secuestro del abogado".

El letrado, A.A.M.G., con despacho en Madrid aunque también colegiado en Zamora, donde tiene clientela, había llevado varios casos a los hermanos P.R.R. e I.R.R.. Uno de los pleitos estaba relacionado con una operación inmobiliaria en la que se ventilaban, según el letrado, unos 300.000 euros, y que perdió frente a la otra parte. El abogado pasó a sus clientes una minuta de 32.000 euros, una cantidad que debió parecer muy abultada a los hermanos, aunque no dijeron nada a su letrado. De hecho, según el relato de los hechos probados leído en la vista oral del juicio y los testimonios que ha podido recabar este diario, a las dos de la tarde del 17 de noviembre del año 2010 uno de los hermanos queda con el abogado a las puertas de una entidad bancaria del barrio de Pinilla. El individuo sale con un sobre de la entidad bancaria, en cuyo interior, supuestamente, estaba el dinero para pagar la minuta. Según la versión del abogado, "me dijo que mejor hacíamos la operación en el coche, en lugar de en plena calle". A.A.M.G accedió a entrar en el vehículo con P.R.R., quien puso en coche en marcha. A los pocos metros recogió a su hermano I.R.R., y un poco más adelante al otro cómplice E.M.I. montó en el vehículo. "Ahora si que vas a cobrar", le dijo I.R.R. al abogado. Tras tenerlo dando vueltas con el coche conminándolo a que firmara unos papeles en los que reconocía que ya había sido saldada al deuda, el abogado accedió a las pretensiones de los extorsionadores, sobre todo cuando pararon en un descampado y vio a dos de ellos abrir el maletero para sacar algún objeto contundente.