Beatriz Ruiz

Aparcados a la espera de clientes y atentos al teléfono, los taxistas pasan sus días tranquilos mientras desplazan a los zamoranos de un lado a otro de la ciudad. Habrá quienes opinen que es un trabajo relajado y sin incidentes, sin embargo, están equivocados. Estos conductores tienen mucho que contar, sobre todo los más veteranos del sector. En esta labor el factor psicológico es indispensable ya que la intimidad de un paseo en coche, más aún si este es un poco largo, da para muchas conversaciones y anécdotas.

Los taxistas de Zamora reconocen que en este oficio no solo importa el sentido de la orientación, también hay que satisfacer las necesidades emocionales de los clientes. "Algunos entran en el taxi y te cuentan sus problemas porque necesitan desahogarse con alguien. Lo mejor en ese caso es escuchar, porque eso es lo que necesitan", comenta Susi Coco, un taxista acostumbrado a estas situaciones y que incluso conoce los domicilios de muchos de sus clientes. "No hace falta que me indiquen la dirección, ellos me dicen "Susi, para casa", y yo sé dónde tengo que ir".

Miguel Gómez es de Alicante y apenas lleva ocho meses como taxista en la ciudad, pero ya conoce bien el perfil del zamorano. "Aquí la gente es muy familiar y campechana. Un par de viajes con la misma persona y ya cogen confianza". El alicantino también se muestra contento con el aumento de turistas durante el verano y presume de manejar el inglés lo suficiente como para que el viaje sea satisfactorio para los extranjeros que recoge. "Ellos agradecen que te defiendas en su idioma porque se sienten más cómodos y seguros".

Los taxistas también revelan cruzarse en ocasiones con "listillos" que creen conocer la ciudad mejor que los propios profesionales y que sacan de quicio a los trabajadores del sector. Son frecuentes los clientes que indican erróneamente o que intentan evitar semáforos y tráfico con la idea de que el viaje salga más barato.

Anécdotas del oficio

En invierno, la lluvia y el frío, y en verano, las fiestas de los pueblos. No importa cuál sea la época del año, los fines de semana suelen dejar buenas cifras para el sector del taxi en Zamora. Eso sí, aunque la noche sea un pico importante de clientes, no siempre resulta muy agradable para los que tienen que trabajar a altas horas de la madrugada y aguantar a quienes la fiesta se les va de las manos. "Es muy habitual llegar a un servicio y que te pidan que lleves a alguien que no es capaz de mantenerse de pie. En ese caso, nuestra responsabilidad es decirles que llamen a una ambulancia" apunta Coco. Los más experimentados reconocen que más de una vez han tenido que pedir al cliente que saque la cabeza por la ventanilla para vomitar, aunque ni con esas han evitado el fatal desenlace. "Suelo llevar bolsas por si las moscas, pero a veces no les da ni tiempo", lamenta otro compañero del gremio. No obstante, aseguran que por suerte no es demasiado frecuente y que cuando sucede, lo asumen y lo consideran "gajes del oficio".

Lo que sí es más habitual, es olvidarse algo en el vehículo. Móviles, llaves, carteras, paraguas... son los objetos que los usuarios suelen descuidar. Más sorprendente fue lo que le sucedió a José Antonio Macía, presidente de Autotaxi Zamora que con sus más de veinte años en el oficio ha visto de todo. "Me quedé sorprendido cuando una señora olvidó un zapato. Lo curioso es que se trataba de una situación normal, un día de diario por la mañana. La clienta bajó del taxi con un pie descalzo sin darse cuenta". Eso sí, para tranquilidad de los más olvidadizos, todos los objetos perdidos se recogen y si no se reclaman se entregan a la policía municipal.

El taxi también se convierte en un pequeño núcleo donde se cruzan varias historias a lo largo del día, y es inevitable que el conductor no se entere de algunos cotilleos.

En sus largas jornadas pueden llegar a presenciar discusiones de pareja e incluso infidelidades. "Llevas a una pareja, y al día siguiente coges a la mujer o al hombre con sus respectivos amantes". Que nadie se ponga nervioso si lee esto porque los taxistas consultados se describen a sí mismos como "discretos y profesionales".

Otra de las curiosidades más comentadas en este trabajo son los servicios que se hacen hasta los clubs de alterne, causantes de situaciones embarazosas que se gestan durante estos viajes. Incluso puede suceder que el taxista llegue hasta allí y conozca al cliente. "Hay a quienes les da vergüenza lo que pensemos y se inventan alguna historia como "es que voy hasta allí porque he quedado con los compañeros del trabajo para tomar unas copas y echarnos unas risas". Te ponen todo tipo de excusas", explica Macía.

Y si alguien se ha preguntado alguna vez cuánto costaría un viaje desde Zamora hasta Barcelona, nada más y nada menos que la friolera de mil euros. Esa es la cifra aproximada según apunta el presidente de Autotaxi que en tres ocasiones ha realizado este viaje. "Son trabajos eventuales que la gente tiene que hacer porque no le queda otro remedio. A nosotros nos arregla el mes, pero al acabar el recorrido, los kilómetros pesan".

Por fortuna, pocos son los casos en los que hay que lamentar algún incidente grave. Aunque se han llegado a registrar denuncias de atracos o secuestros a taxistas, aclaran que se trata de excepciones y que suceden con muy poca frecuencia. Lo que sí que se convierte en rutinario es el impago total del servicio. "Una vez un cliente quiso pagarme la carrera con una maleta llena de periódicos", recuerda José Antonio.

Clientes borrachos, infieles, deprimidos, solitarios, amables, huraños, charlatanes, o clientes que se duermen durante el viaje. Esa variedad es la que propicia todas las anécdotas del gremio. Un trabajo en el que es obligatorio ser un experto conductor, pero también tener mucha paciencia y saber cómo tratar a las personas.