La imposibilidad de demostrar que el empleado de Caja Rural de Santibáñez de Vidriales estuviera compinchado con los atracadores que sustrajeron 108.590 euros el 20 de mayo de 2013, día de La Hiniesta, le ha valido su absolución, al no poderse probar que dejara abierta la caja fuerte donde se hallaba el dinero para facilitar su robo. Ni que el apagado y encendido de luces del vestíbulo formaran parte de un código para advertir a los delincuentes de que estaba solo en la oficina. La Audiencia Provincial estima que existen indicios de que el empleado, de iniciales N.L.A.G., pudo participar en la trama del atraco, pero los acreditados no sirven para establecer "de forma lógica y con más probabilidad que improbabilidad" tal extremo, por lo que no se le pueden imponer los 5 años de cárcel exigidos por la Fiscalía y la Caja.

La sentencia subraya que, como admitió el Tribunal Supremo al confirmar el despido procedente, "una cosa es que haya podido infringir las normas" de seguridad al abrir la caja fuerte "estando solo" en horario de apertura al público y mantenerla así sin haber cerrado la oficina y otra que pueda "imputársele la participación" en el atraco. Tal conducta no es extraordinaria, indica el fallo, a tenor de las declaraciones de otro trabajador de la Caja, que indicó que "se abre" en horas de atención al público "cuando se necesita, por ejemplo, para guardar los cheques". La juez, Esther González, resta importancia a que el procesado mantuviera abierta la sucursal a las 14.00 horas, dada la "cierta flexibilidad en el horario" en los pueblos que apuntaron sus compañeros, que indicaron que "antes de cerrar se mira por si se viera venir a alguien", lo que explicaría que el imputado saliera a la puerta. De las imágenes de las cámaras donde se le ve manipulando dinero en la caja, aclara que no se le puede inculpar en el robo. El atracador iba armado, prosigue, y le amenaza con hacer daño a su hija, por lo que es lógico que le dé las claves de la caja.