Podría haber habido Cortes de Cádiz sin el diputado por Zamora, Juan Nicasio Gallego, pero no habrían sido igual. «Baste poner como ejemplo sus aportaciones en comisiones tan importantes como la de la libertad de imprenta, o sus intervenciones en la referente a la abolición de la esclavitud, o en cómo se posicionó para abolir el Santo Oficio», subraya el historiador zamorano Eduardo Fernández López, que ha participado en el III Ciclo de conferencias del jóvenes historiadores de Cádiz con la ponencia «Un diputado por Zamora en las Cortes de Cádiz». Un guiño a la figura del sacerdote, poeta y político zamorano. Juan Nicasio Gallego y su papel en la redacción de «La Pepa», la constitución española de 1812, así como en la libertad de la época.

«Nicasio Gallego participó en diversas comisiones y aportó su conocimiento y opinión en más de setenta asuntos en acalorados debates que había en las Cortes: auténticos ensayos políticos que llegaban a celebrarse hasta en sesiones nocturnas», comentó ante los asistentes a la ponencia.

Fernández López, licenciado en Historia del Arte por la Universidad de Valladolid y doctorando en Historia Contemporánea y Constitucionalismo por la Universidad de Cádiz, pronunció una conferencia en la que detalló la vida de la época en Zamora, en plena Guerra de la Independencia «y en la capital de forma especial, ya que contaba con una situación geográficamente privilegiada, como puerta de entrada a Portugal para las tropas napoleónicas», explicó el joven, que no olvidó hablar de la batalla de Villagodio junto a las aguas del Duero.

Las pérdidas artísticas que se produjeron en ese momento fueron múltiples para la ciudad, que vio como desaparecía desde el arte de los palacios y parroquias, hasta las campanas y las rejas del atrio de la catedral, que fueron fundidas y convertidas en munición.

En esa época vivió el diputado Nicasio Gallego, que nació en Zamora en 1777. Era el mayor de cuatro hermanos, nacidos todos en la desaparecida casa familiar de la calle de la Lonjas (casa derribada el 29 de agosto de 1893, y que desde entonces forma parte de la Plaza Mayor).

En Zamora recibe una formación clásica, hasta que con trece años se traslada a Salamanca, para doctorarse en Filosofía y Derecho Civil y Canónico. En los albores del año 1804 lo nombran sacerdote, y cuatro años más tarde vive el levantamiento del Dos de Mayo de 1808 en Madrid, y huye primero a Sevilla y definitivamente a Cádiz. «A pesar de ser perseguido y encarcelado en varias ocasiones con la vuelta del absolutismo fernandino, al final de su vida Nicasio Gallego recibirá los reconocimientos que debía, fue nombrado miembro de número de la Real Academia de la Lengua Española, Senador del reino, y recibirá la Gran Cruz de Isabel la Católica entre otros muchos reconocimientos y cargos», explicó, no sin orgullo de zamorano, el joven villalpandino, en el foro organizado por el Vicerrectorado de Proyección Internacional y Cultural de la Universidad de Cádiz.