Son títulos difíciles de otorgar oficialmente, ya que no existe registro alguno al que recurrir para saber quién es la abuela de la provincia, pero Eufrasia Queipo, que ayer cumplió los 107 años, tiene todas las papeletas para ser designada con tal honor. Ascensión Rabanal, que cumplía el pasado año 108 veranos en Quintanilla de Urz ya falleció, por lo que las fuentes consultadas por este diario colocan a Eufrasia «sin duda», como abuela de la provincia, y seguramente una de las mujeres también más longevas de Castilla y León de todo el país.

La familia de Eufrasia disfruta de su compañía en la casa en la que conviven, en la calle Ramos Carrión. Su hija María Ángeles Aparicio, con su esposo, Manuel Álvarez de Toledo y su prima Blanca Laporta, relatan que la anciana se encuentra perfectamente: va en silla de ruedas y el oído no le funciona correctamente, pero el estado general y, lo que es más importante, «la cabeza», la tiene perfectamente, sin el deterioro que suelen conllevar edades tan avanzadas. Eso sí, prefiere la tranquilidad: «Se pone nerviosa cuando viene gente extraña a casa».

Eufrasia es una auténtica trotamundos. Nacida en el año 1906 en la localidad zamorana de Argujillo, «casi nada más nacer, emigró con sus padres a Argentina», cuenta su hija María Ángeles. El matrimonio permaneció cerca de una década en el país austral, trabajando y ahorrando para volver a su tierra. «No se hicieron ricos, desde luego», relata María Ángeles, pero tampoco les debió ir demasiado mal, ya que volvieron al pueblo con lo suficiente como para comprar una casa y unas tierras. Pero desde luego la familia de Eufrasia no era de las que se quedan toda la vida en el mismo lugar. Como asegura la hija de la anciana, desde Argujillo recalaron en Zamora, donde tuvieron una fonda, de la que tiene pocos datos, aunque debía estar en la zona que hoy se conoce como Cuatro Caminos. Posteriormente regresarían de nuevo al pueblo.

Eufrasia se casó y tuvo dos hijos «mi hermano, que murió hace 19 años, y yo», relata María Ángeles. El marido de la centenaria, con la que vivió entre otros lugares en Madrid, ya que era tenor y cantaba zarzuela, falleció también hace muchos años, en 1955. Llevó una vida, en fin, bastante movida. Y desde luego, como se puede comprobar, muy larga. «De cabeza está bien tiene en ocasiones algunas lagunas, pero se conserva espléndidamente. Mantiene un envidiable bien sentido común; es un poco caprichosa a veces, y sigue intentando trabajar los las manos, haciendo puntillas, pero es difícil. Lo sigue intentando, pero no le sale», cuenta su hija. Desde hace diez años se mueve en silla de ruedas.