«La situación que vive el mundo desarrollado nos está afectado porque somos dependientes y la carencia de sus ayudas económicas provocaría una seria regresión en las comunidades que ayudamos desde hace años. En mi diócesis Meki (situada a 130 kilómetros al sur de la capital en medio del valle del Rift) se benefician directamente 6.000 familias lo que implica a unas 42.000 personas, dado que son núcleos muy humildes muy amplios», indicó ayer el secretario general de Cáritas Meki, Abba Temesgen, quien ayer dio una conferencia en el Seminario en la que explicó «la realidad que viven otras personas quetienen dificultades para sobrevivir».

Su presencia en Zamora obedece a una iniciativa de la organización católica para resaltar la importancia de la solidaridad y caridad universal. «Aunque el panorama de España no es bueno no debemos de olvidarnos de la situación de otros hermanos que lo están pasando peor y el compromiso de Cáritas con ellos se mantiene», sostiene la responsable de los programas de Etiopía de Cáritas España, Zaloa Rasines.

El sacerdote, Abba Temesgen, detalló que trabajan en una zona con una población de un millón y medio repartidos en 44.000 kilómetros cuadrados dedicada a «una agricultura muy básica en la que existe sólo una cosecha, de ahí la existencia de grandes hambrunas por las sequías». «Con respecto al año pasado la situación ha mejorado porque esta temporada de lluvias se han producido precipitaciones de manera normal», indicó.

Entre las necesidades de la población este responsable de Cáritas enumeró «la seguridad alimentaria porque si se talan los árboles o la fertilidad de los suelos se degrada afecta a las cosechas que es el único medio de vida de la población que se lleva a cabo una agricultura muy tradicional».

La carencia de agua supone otro gran problema donde Cáritas focaliza sus esfuerzos. «Las características naturales del valle del Rift dificultan el acceso a este elemento, no hay manantiales naturales que broten a la superficie, los lagos de la zona son de origen volcánico y para encontrar agua hay que cavar muy profundamente», detalló el presbítero que gestiona una ayuda internacional que ronda anualmente «los cuatro millones de euros, aunque no toda la cantidad procede de Cáritas España», entidad que aporta unos 700.000 euros de media en esta diócesis.

La presencia de fluorita «está provocando que niños de entre cinco y ocho años tengan los dientes negros e incluso los adultos presenten problemas en los huesos y la espalda porque este mineral no mata pero debilita los huesos y limita la capacidad de trabajar de la población, cuya esperanza de vida ronda los 45 años en las zonas rurales», comentó el sacerdote que también auxilia a 450 diagnosticados de Sida «el máximo que podemos atender en Meki» y que gestiona, entre otros, programas de prevención de esta enfermedad.

El responsable de Cáritas Meki precisó que la convivencia con otras religiones no es mala. «Existe una libertad de culto e incluso en una misma familia puede existir miembros de distintas creencias», aunque «no existe una cooperación entre distintas creencias en el desarrollo de las comunidades», atestiguó. «Las otras iglesias no tienen una rama social fuerte, pero la católica es la creencia que más trabaja por el desarrollo integral de la personas», indicó al tiempo que aseveró: «Me gustaría que mi país se dejara de conocer por los vientres hinchados de los niños».