Al otro lado del Atlántico, miles de personas han desfilado frente a un relieve medieval de generosas proporciones que gobierna una de las paredes del Museo Metropolitano de Nueva York. Interesados en el románico español, más de un visitante ha elogiado las proporciones de la obra del siglo XIII y se ha preguntado por su verdadero significado. Sin embargo, muy pocos alcanzan a imaginar la sorprendente singladura de una de las piezas más codiciadas de la iglesia zamorana de San Leonardo, actualmente en manos privadas y cerrada al público.

Ahora se sabe que Fernando Martínez López, uno de los primeros anticuarios del país, compró el templo románico y vendió al Metropolitan el Relieve del León. Fernando no es otro que el padre del comerciante zamorano Ignacio Martínez, promotor del célebre claustro de Palamós. Así lo ha revelado Paquita Lozano, nieta de Fernando y sobrina de Ignacio, quien recuerda que «yo no conocí a mi abuelo, pero mi madre nos contó muchas veces que compró San Leonardo y envió "la leona" a Nueva York». El dato llama la atención porque actualmente se sabe muy poco del desgraciado pasado de la iglesia de San Leonardo, que ha acumulado usos tan denigrantes para un templo románico como el de almacén de carbonería y que actualmente se encuentra clausurada tras anunciar la propiedad que convertiría el edificio en un local de hostelería.

Por el testimonio de la familia, ahora sabemos que el primer propietario particular de San Leonardo fue Fernando Martínez López „padre de Ignacio„ que porfió por el relieve con el obispo de entonces. El anticuario, natural de Medina de Rioseco, se interesó por la escultura y, ante la negativa del prelado, acabó adquiriendo la iglesia entera. Después, lo vendió a Estados Unidos, donde permanece desde entonces. «A mi abuelo lo felicitaron porque "la leona" llegó muy bien embalada a Nueva York», rememora Paquita Lozano.

«El mejor maestro»

La familia zamorana de Ignacio Martínez, promotor del claustro de Gerona, admite que el anticuario tuvo «al mejor de los maestros». No en vano, Fernando Martínez López fue una de las primeras personas que acudía con frecuencia al Obispado para negociar la compra de objetos que tenían «escaso valor» a ojos de la institución eclesiástica. Así lo recoge la historiadora de la Universidad de Valladolid, María José Martínez Ruiz, quien refleja en una de sus obras que Fernando Martínez aparece con frecuencia citado en los archivos del Obispado. De hecho, el padre de Ignacio abrió las negociaciones con la Iglesia que acabaron con la venta del famoso Bote de Zamora, entregado finalmente por su propietario al Museo Arqueológico Nacional.