Es la figura de Cristo, sí, pero su rostro refleja el fracaso en lugar de la esperanza en la salvación. Parece como si las dudas mostradas en sus últimas palabras en la Cruz hubieran sido un punto de no retorno. «Cristo preso en la Cruz» es la primera incursión del tallista zamorano José Antonio Pérez en el terreno de la imaginería, un trabajo que acaba de entregar a la Real Cofradía del Santo Entierro para ubicarlo en la hornacina que ha instalado a la entrada de su nueva sede, en la rúa de los Francos, que inaugura este mismo viernes. Así los zamoranos se familiarizarán con la obra al pasar por una de las arterias principales del casco histórico de la ciudad, igual que el Cristo de los gitanos tiene su clásico sitio en la iglesia de San Andrés.

El estreno en este ámbito del artista zamorano -que ha dejado su impronta en la mayoría de las mesas procesionales contemporáneas- es una pieza que supera el metro de altura incluida la cruz. Ha sido tallada en madera de tilo, aunque la verdadera innovación está en el color. «He procurado un acabado en cera a la imagen del Cristo, mientras que la cruz y la base aparecen policromadas para crear un contraste», explica José Antonio Pérez.

Basta con atender al nombre con el que el autor ha bautizado su primera obra para comprender el sentido que ha querido transmitir. Se titula «Cristo preso en la Cruz» como «una crítica con nuestros comportamientos -a menudo insolidarios y egoístas-y, en general, con nuestra sociedad tan perdida en auténticos valores», argumenta el zamorano. Es decir, que Pérez ha dado vida a una suerte de alegoría que retrata lo peor del ser humano. «Cristo estuvo entre nosotros y aceptó su Pasión y Muerte por nosotros, pero nuestros comportamientos y actitudes están lejos de lo que Él nos enseñó», se sincera el tallista zamorano, quien sentencia: «Si por nosotros fuera, Él seguiría allí por siempre, preso en la Cruz».

Para transmitir ese concepto tan rotundo, el autor ha apostado por una imagen más simbólica que realista. El rostro es un conjunto de rudas líneas que persiguen la pura transmisión del dolor, de la derrota. Tal y como explica Pérez, «Cristo aparece derrotado, lejos de la imagen victoriosa que vence a la muerte». De ahí que aparezca «derrumbado» a los pies de la Cruz. «Las manos aparecen enraizadas con el propio suelo, idea que se repite en el pie derecho, que parece haber empezado a fundirse con el suelo», añade el autor.

Asimismo, la cabeza aparece prácticamente incrustada en la madera «por el paso del tiempo». Ahora bien, es la delgadez del rostro y la grandilocuente forma de las costillas las que mejor transmiten el triunfo del fracaso, de la muerte. «Están exageradamente marcadas y los ojos sin definir para incrementar la expresividad y conseguir una visión atemporal de la escena», remata el tallista.

Falta por ver qué transmitirá la obra en su hornacina y qué tipo de montaje realizará el Santo Entierro para mostrarlo a los zamoranos. Entretanto, José Antonio Pérez ha notado el «empujón» para realizar una imagen y la donación «compensa» la serie de encargos que la Real Cofradía le ha realizado en los últimos años.