Christian Furquet, seudónimo con el que firma Christian García, en honor de su abuelo, acaba de publicar su primera novela «El carnaval de los sueños rotos».

-¿Cómo se inicia en la escritura?

-Todo comienza de niño. Me gustaba mucho leer, pedía siempre por Reyes que me regalasen libros y fue con 12 años cuando supe que de mayor quería ser escritor. Entonces, empecé a crear mis primeros cuentos y relatos. Con 16 años ya tenía mi primera novela. En esa época, recuerdo que me encerraba en la habitación haciendo creer a mis padres que estaba estudiando hasta que llegaron las notas. La vocación se manifiesta desde que eres pequeño y una vez que te pones en la mesa a escribir, ya estás condenado a formar parte de un mundo que da muchas satisfacciones y muchos quebraderos de cabeza.

-¿Cómo surge esta nueva incursión literaria?

-«El carnaval de los sueños rotos» es mi cuarta novela. Hay otras tres que todavía no han visto la luz, pero como bien decía García Márquez «una buena novela se publica siempre, antes o después». Sí que reconozco que en las tres últimas he percibido con el tiempo una distancia en cuanto al estilo y estructura, puesto que al principio, la gran mayoría de los escritores tendemos a elaborar textos demasiado recargados. En cambio, este texto surgió como un ensayo donde no quería que se repitiese esa carga adicional. Llevaba mucho tiempo con la idea de escribir una novela coral y me propuse dar voz a siete personajes, con sus respectivas psicologías, pero de una forma que el lector pudiese tanto empatizar como disfrutar con ellos.

-¿Dónde se ambienta?

-En cualquier ciudad de provincia. El lector tiene la suerte de llevarse la historia a su propio terreno, puesto que el emplazamiento físico no existe. Los personajes se mueven dentro de una ciudad que carece de nombre, pero que reúne una serie de elementos propios de una urbe pequeña y retirada. Ellos crean su propio microcosmos alrededor de un bar llamado «Ninotchka», donde ellos crean una red social y donde se relacionan según sus intereses o motivaciones. Cuando me puse a escribirla, utilicé varios relatos míos para insertarlos alrededor de cada uno de los personajes.

-¿Qué le impulsó a editarla?

-Desde un inicio tuve la sensación de que esta novela podía llegar a publicarse. La novela está estructurada en un único bloque, dividido en capítulos cortos para agilizar la lectura. Investigando por Internet y contactando con otros amigos escritores, mandé el manuscrito a la Editorial Atlantis y en un par de meses recibí la contestación de mis sueños. Sé que muchos escritores de mi generación están utilizando el recurso de la autoedición porque es muy complicado penetrar en el mercado editorial. Hago un llamamiento para que no tenga lugar otro exilio intelectual por la crisis económica. Mi generación ya ha sido apodada como «la generación perdida». Apenas se apuesta por los jóvenes creadores, por lo tanto, tenemos que salir al extranjero para tener oportunidades.

-¿Cómo percibe la situación de la literatura actual?

-Tengo la sensación de que se da más prioridad al renombre del autor que a la propia calidad literaria. El problema radica en que hay un número elevado de publicaciones respecto al número de lectores, que apenas llega al 40%. También echo en falta una generación que destaque, que se postule hacia una posición y que marque el ritmo literario.

-¿La publicación es en papel o también a través de la red?

-En formato papel. Personalmente soy un romántico del libro de toda la vida. Me gusta llegar a la librería, coger los libros, tocar las pastas, oler las hojas, subrayar las partes que más me interesa, aunque he de reconocer que los precios se están encareciendo, la crisis asola a media España y la gente busca nuevas alternativas para seguir disfrutando de la lectura, pero de manera gratuita.

-Alguno de sus relatos los ha enviado a certámenes literarios.

-Los concursos son buenos siempre y más cuando favorecen al escritor en su trayectoria profesional. No es lo mismo publicar por tu cuenta, que estar avalado por un prestigioso premio. Te ayuda igualmente a abrir puertas y a conseguir un número mucho más elevado de lectores.

-Ha sido uno de los 29 finalistas del Nadal en 2008. ¿Qué supuso para usted?

-Con 25 años quedé con una de mis novelas entre los 29 finalistas del Premio Nadal y entre los diez finalistas del Premio Ciudad de Novela de Salamanca. Fue un orgullo que me llamasen para comunicármelo, y me impulsó a seguir trabajando todos los días en lo que realmente creo.

Salamanca, 1983

Nacido en Salamanca, pero descendientes de zamoranos. Con orgullo comenta que su familia materna proviene de Peñausende, donde a su tatarabuelo lo conocía como el General Prim, aunque no guardan ningún tipo de lazo familiar con el militar. Licenciado en Comunicación Audiovisual, con su novela «Estudios de un ángel» fue uno de los 29 finalistas del Nadal en 2008 y quedó entre los diez para el Premio de Novela Ciudad de Salamanca. Ha escrito diversos cuentos. El autor que más le ha influenciado es Marcel Proust.