Los recientes trabajos de revestimiento en la fachada del nuevo teatro Ramos Carrión han hecho visibles a ojos de los ciudadanos la impronta modernista que perdurará en el futuro centro cultural gracias a la recuperación del único elemento que se conserva del edificio que el arquitecto catalán Francisco Ferriol proyectó en 1916. La restauración de la «cara» del edificio provincial supone un paso más en la recta final de los trabajos, que finalizarán este año, tal y como han previsto los responsables de la Diputación Provincial. La fase de equipamiento -impulsada el pasado mes de mayo- coincide de manera programada con el remate de las obras, con el fin de incorporar las dotaciones técnicas en 2012 para su puesta en funcionamiento.

Estos son, al menos, los plazos que maneja la Diputación Provincial, propietaria de un edificio cuya restauración financia junto al Ministerio de Fomento y la Junta de Castilla y León. La retirada del andamiaje en la fachada principal meses atrás dejó vislumbrar las formas modernistas escondidas durante el largo proceso de reconstrucción del inmueble. Durante los últimos días, los ciudadanos que han paseado por la calle Ramos Carrión han podido vislumbrar el resultado definitivo, a excepción del revestimiento de pintura final. Se trata del diseño original que Ferriol, arquitecto municipal entre los años 1907 y 1916, creó para el teatro que construiría y financiaría el empresario Enrique de Nicolás en el antiguo corralón del Hospital Provincial. La del «Ramos» fue una de las aportaciones más relajadas que realizó el diseñador catalán, autor de notables trabajos en la ciudad como la Casa Matilla, en Santa Clara, o la Casa Norberto Macho, en la plaza de Sagasta.

Es la fachada -elemento más noble del inmueble original- el aspecto más reconocible del antiguo Ramos Carrión, que vivió su época de esplendor durante la primera mitad del siglo XX. De ahí que el proyecto ideado por el estudio de arquitectura sevillano liderado por Juan González Mariscal, optara por conceder un papel protagonista a una portada, protegida, no obstante por Patrimonio. El otro aspecto emblemático de la estética -éste novedoso- será el revestimiento de vidrio que envolverá la volumetría del inmueble. Aquí, los técnicos optaron por un material que ayudara a disimular el impacto del edificio, magnificado por las generosas dimensiones del inmueble y su situación, en pleno casco histórico de la ciudad. A instancias de la Comisión Provincial de Patrimonio, el proyecto tuvo que ver modificado el recubrimiento originalmente previsto por incompatibilidades estéticas.

El propio responsable técnico de la obra, el arquitecto Juan González Mariscal, explicaba varias semanas atrás en un ciclo de conferencias el objetivo del cristal que ya recubre parte de los paramentos del edificio. Entonces, el diseñador hablaba de un «juego de cristales» con el fin de hacer la construcción «más vistosa» y alcanzar el fin último de provocar refracciones de luz simulando «el cielo de Castilla».

La colocación de las placas de vidrio se inicio semanas atrás y ya hoy alcanzan una parte significativa de la obra, cuyo efecto se puede percibir fácilmente extra muros, desde el Puente de Piedra o la margen izquierda del río. Precisamente, tal y como apuntaba González Mariscal, el proyecto también ha querido privilegiar la situación del nuevo centro cultural y su «diálogo» con el paisaje que mejor identifica a la ciudad con el Duero como protagonista.

De hecho, la cafetería pública proyectada, así como el balcón que propiciará privilegiadas vistas de la ciudad desde la parte trasera del Ramos Carrión aportarán perspectivas inéditas desde un inmueble que es, tal y como anuncio el reelegido presidente de la Diputación Provincial, Fernando Martínez Maíllo, el proyecto cultural más importante del mandato que se abre.