El actual edificio del Castillo medieval de Zamora necesita «protección» y «corporeidad». Con esas dos palabras define el arquitecto Francisco Somoza la obra de remodelación que ha dirigido hasta su puesta en funcionamiento en julio del año 2009. La visita anteayer a la capital de Rafael Moneo -que realizó un proyecto que quedó en fuera de juego tras los vestigios exhumados- ha puesto el foco en un proyecto que está «a medio camino» y que necesita «llegar a la meta».

En la conferencia pronunciada en la iglesia de la Encarnación, el premio Pritzker esbozó su idea para rematar la fortaleza medieval, que definió como «un conjunto desolado de ruinas difícil de identificar». El zamorano Somoza apoya la propuesta del navarro, consistente en coronar los descarnados muros del edificio del siglo XI con una cubierta «silenciosa» y «serena» y ampliar la Casa de los Gigantes, como sede formal de la Fundación Lobo. «Moneo propone una edificación en forma de ele con un patio abierto que albergue la exposición de Lobo de una manera estable», traslada Somoza, quien incide en que la nueva intervención debe «servir de altavoz» del escultor de Cerecinos de Campos, así como del contexto que rodeó al artista contemporáneo afincado en París.

Asimismo, el arquitecto responsable de los trabajos financiados por Europa coincide con Rafael Moneo en la necesidad de cubrir las ruinas más allá de la propia estética, por necesidad. «Es preciso proteger el inmueble y generar un espacio interior», explica Somoza, quien atribuye a esa zona un papel de contemplación, complementario y sensiblemente distinto a la Casa de los Gigantes, que tendría un desempeño más práctico. Es preciso recordar que el citado edificio es de titularidad privada, lo que obliga al Ayuntamiento a pagar un alquiler anual de manera transitoria, mientras llega la solución definitiva para el resto de la obra de Lobo que aún no está expuesta.

El principal problema que plantea esa segunda y definitiva intervención descansa en la financiación económica. «La inversión necesaria depende de la importancia que los responsables del Castillo quieran darle», opina Somoza. Del calado de la actuación depende la implicación de Rafael Moneo en el proyecto, una posibilidad que «me encantaría personalmente, porque se trata de una persona muy culta y sensible, uno de los mejores arquitectos del mundo». El propio Moneo reconoció anteayer su «frustración» por el hecho de que su proyecto no haya podido llevarse finalmente a cabo.

Según Francisco Somoza, las actuaciones que restan no contradicen lo que ya se ha hecho. «Hemos dado un paso importante y ahora tenemos que llegar a la meta; si no lo hacemos, nos habremos quedado en la mitad», reflexiona. Eso sí, una de las ideas fuerza del responsable de la recuperación de la fortificación medieval incide en que «no debemos caer en la trampa de crear un mausoleo de Lobo», sino más bien un «elemento generador de actividad cultural que refleje en todas sus dimensiones lo que el escultor ha representado».