El río siempre ha sido su medio, desde muy pequeño practicaba el piragüismo y la natación. Como pez en el agua se siente el zamorano Carlos Martínez de la Peña cuando entrena a los miembros más pequeños del club salvamento Dragones Caja Rural. «El socorrismo te aporta unos valores que van más allá de la actividad física, aprendes muchas cosas que te pueden servir en la vida, y además produce una satisfacción personal increíble. En los Dragones intentamos inculcar estos valores», explica emocionado Carlos Martínez de la Peña la labor del club. Empezó en Protección Civil y allí fue donde descubrió las utilidades del salvamento.

Desde hace un par de años, este joven zamorano se encarga de la escuela de los «Dragones». 40 niños están durante todo el año haciendo actividades para competir con los otros clubes. Durante el verano aprovechan la temperatura del agua del Duero para poder entrenarse. «Este año hemos querido seguir haciendo actividades durante el verano. Muchos de los niños que están en el club repiten cada año y esta es la mejor época para aprovechar el río», cuenta Martínez.

En oriente se tiene la creencia de que los acuarios traen suerte y si se posee un pez dragón, la casa en la que se encuentre estará protegida de todo mal. Esta leyenda fue la elegida para darle el nombre al club de salvamento. «Nuestra misión es conseguir mantener con vida a todo el que está en el agua. Desde la escuela decidimos que este pez podría ser nuestro símbolo, creímos que nos traería suerte y por ahora así ha sido», afirma el socorrista.

Los niños están encantados con poder realizar durante el verano el entrenamiento, ya que aprovechan el río y pasan menos tiempo en la piscina. «Es complicado entrenar en Zamora, ya que las horas de la piscina están muy restringidas, no tenemos calles suficientes para entrenar más tiempo», declara Martínez. «Cuarenta y cinco minutos de sesión no nos da para nada, es muy poco. Cuando te dispones a sacar el material casi se ha acabado el entrenamiento», añade.

Todos los días Carlos Martínez entrena a los pequeños durante una hora. Practican con las tablas y los maniquíes para salir a competir fuera. El único problema que encuentran es el no contar con la posibilidad de realizar actividades en el mar. Carlos Martínez afirma que los más pequeños se quedan muy «emocionados y sorprendidos» cada vez que viajan hasta una competición. «Hace poco hemos estado en el Trofeo Luis Salas en Santander. Los niños no querían marcharse, una vez que toman contacto con el mar se van enamorados», comenta.

Carlos Martínez es consciente de la necesidad de que los niños practiquen algún deporte y considera que el salvamento es uno de los más completos. «A la vez que haces deporte estás haciendo algo por otro. Yo lo único que quiero promover es que los niños hagan deporte y no estén en casa jugando a los videojuegos», explica el zamorano. Su vocación por el club es tal que durante el invierno visita algunos colegios de la capital para dar charlas informativas e intentar que este deporte cale entre los más pequeños. «Para la poca promoción que hacemos del club los resultados que tenemos son muy buenos. El año pasado se apuntaron muchos niños y este ya hemos recibido más peticiones», afirma.

Destaca el buen ambiente que se ha creado en el club y en especial en la escuela de salvamento, donde todos los niños conviven y comparten una misma ilusión. «Como entrenador me gusta que ganen, pero no se les puede presionar. Hay que ser responsables. Los padres están encantados porque ellos están felices», comenta. «Durante los campeonatos pasamos mucho tiempo juntos y ya somos como una gran familia. A mí me emociona ver cómo van creciendo y como van alcanzando sus metas», añade.

La ilusión es lo que les mueve a seguir compitiendo. Se lanzan a la carretera con una furgoneta y aprovechan todas las competiciones que pueden. «Ahora, solemos ir mucho al norte porque es donde más competiciones se hacen. Los resultados que estamos teniendo son magníficos y esperamos que todo continúe así», declara. El joven insiste en la necesidad de fomentar el salvamento, pues lo considera un deporte «olvidado que puede dar muchas satisfacciones».