Boicot

Las elecciones legislativas, mediáticamente hablando, son cosa de dos. A las televisiones, por su propia esencia, nunca les interesa lo minoritario, lo que no congregue grandes audiencias. Así que es de cajón que, de haber debates, solo los puede haber entre los dos gigantes. Pero también se comprende que los pequeños, reducidos a la máxima invisibilidad, protesten. El incansable Iglesias Carreño, por ejemplo, ha pedido esta semana que todos apaguemos la tele cuando mañana hagan su primer debate Zapatero y Rajoy. Entiende el líder del Prepal que con su celebración y la consiguiente exclusión de los demás candidatos se atenta a la pluralidad. Tiene razón. Aunque sucede en todas partes, ¿o acaso cree alguien que en los EE UU sólo se presentan a las elecciones los candidatos de dos partidos?

Lágrimas

Seguro que tampoco a Rosa Díaz -ni a Llamazares- le hace mucha gracia el debate. También a ella le está costando asomar la cabeza, siquiera un poco. De hecho, solo hemos sabido de su campaña por un suceso tan desagradable como el intento fascistoide de no dejarla hablar en un recinto universitario. Cada vez se nota más que a la Universidad no van ya los que buscan saber. Esos seguirán yendo, supongo, pero también un sinfín de borricos. Y a los borricos, eso de escuchar a quienes no rebuznen como ellos? Arrancaron lágrimas, al parecer, a la valerosa Rosa Díaz, la más socialista de los candidatos de esta campaña. Y solo esas lágrimas han conseguido que algunos grandes medios escriban la sigla UPyD. Las elecciones, pues, son cosa de dos. Opinemos lo que opinemos usted y yo.