No llegamos a las cinco míticas horas de Delibes -siempre recordadas en la adaptación teatral-, pero no nos quedamos muy lejos y eso que nos faltaron otros tantos minutos como dedicamos a la plática -bello término del español que mantiene su uso en el rico lenguaje de Sudamérica y no tanto en España-.

No fue un monólogo como el de Lola Herrera junto al Mario yacente, tampoco una entrevista como tal. Sí una conversación extensa e intensa, entre una periodista a la que conocí hace más de dos décadas y alguien que por aquel entonces iniciaba su dedicación política, primero de partido y después institucional durante doce años, aunque aquello ya suene a batallitas de abuelo, tras una década alejado de la escena.

Al final, ya sin bolígrafo, grabadora ni trazos convulsos sobre el cuaderno, me escuchó decirle que no es la política lo importante, pese a las toneladas de tinta y saliva que cada día se le dedican. No, al menos, la política en la visión estrecha y reduccionista a la que los políticos uniformados parecen querer constreñirnos. Lo importante es la vida y la vitalidad del entorno en el que vivimos, convivimos, cooperamos y competimos.

El pasado sirve para aprender y contribuir a valorar el presente en sus justos términos. El presente, para intentar colocar las siguientes piedras de eso que unos llaman libre albedrío, otros destino y otros, tengo para mí que los más acertados, ese orden extraño que rige el aparente caos del Universo. El matemático Lorenz describió dentro de la teoría del caos, el efecto mariposa -el simple aleteo de una mariposa puede terminar convertido en huracán en el otro extremo del mundo-, que demuestra cómo en sistemas complejos -y nada más complejo que la vida-, es muy difícil predecir con seguridad lo que va a ocurrir a medio plazo.

Reconozco que tras tantos años sin ejercitar el papel de entrevistado, reencontrarme con Susana, en diálogo y en choque, fue como hacer un recorrido por los más de ocho años de columnas semanales, un ir pescando ideas y conceptos ya dichos. Un "déjà vu" que recae sobre reflexiones ya antes plasmadas a golpe de "Espejo".

Vean esta columna de hoy quizás como un simple truco literario, para acompañar el árido trabajo periodístico al que imagino Susana Arizaga tuvo que dedicar buena parte del sábado, de filtrado de ideas, desenredo de conceptos, juegos de palabras y guiños a retazos de realidad semiocultos detrás de los trampantojos que en nuestra subjetividad cada uno interpondríamos en medio de la conversación.

Al respecto, dejó dicho García Márquez que "El periodismo es una pasión insaciable que solo puede digerirse y humanizarse por su confrontación descarnada con la realidad". Claro que con más flema, el escritor británico G. K. Chesterton había dicho antes que "El periodismo consiste esencialmente en decir "Lord Jones ha muerto" a gente que no sabía que Lord Jones estaba vivo". Con mis respetos.

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