«Hay lectores no creyentes de "El Señor de los Anillos" que se entristecen al saber que Tolkien era católico, pero es que de no haber sido católico no hubiera escrito esa obra». José Miguel Marqués Campo, sacerdote del templo del Sagrado Corazón de Gijón, la «Iglesiona», lleva toda su vida «cautivado por la obra mitológica» de J. R. R. Tolkien -John Ronald Reuel Tolkien (Sudáfrica, 1892-Inglaterra, 1973)-, escritor, poeta, filólogo, profesor universitario y autor de las novelas clásicas de fantasía «El Hobbit», «El Señor de los Anillos» y «El Silmarillion». A la mitología de Tolkien y a «El Señor de los Anillos», «del que se han vendido 150 millones de ejemplares en casi 70 países», le dedica Marqués este verano siete programas de una hora de duración en la emisora católica Radio María, «porque en ese libro están de modo implícito las categorías clave de la vida cristiana: la gracia, la misericordia, el perdón, el arrepentimiento, la providencia...».

Del mismo libro de Tolkien este sacerdote -Oviedo, 1962-, ya había extraído en anteriores programas de dicha emisora «ejemplos para explicar el Catecismo de la Iglesia», pero ahora se concentra en elementos como «la vida, la muerte y la eternidad» en estos programas divulgativos que ha titulado «De los Anillos al Señor».

José Miguel Marqués vivió en Chicago con su familia durante más de 20 años. Allí estudió Comercio Internacional y al regresar a Asturias ingresó en el Seminario de Oviedo y se hizo sacerdote. Fue en EE UU donde comenzó a leer a Tolkien y descubrió «su impronta cristiana». Más tarde, «estudié a fondo su obra y su correspondencia, donde se ve que el catolicismo no fue un accidente, sino que configuró toda su vida». Marqués confirma que «uno de los grandes motores de la trama de "El Señor de los Anillos" es el triunfo de la providencia divina mediante el ejercicio de la misericordia por parte de sus personajes, algo que desemboca en ese dulce y amargo final de la obra».

Fascinado «por las mitologías nórdicas, Tolkien quiere comunicar las eternas verdades de la naturaleza humana y crea un mundo precristiano, una especie de relato alternativo al Antiguo Testamento, una historia de la salvación mediante el género del mito».

Tal esquema da lugar «a un mundo sugerente y genial que pueden apreciar tanto ateos como cristianos o personas de otras religiones, ya que el ser humano tiene un origen común». Pero Tolkien «afirma en una de sus cartas que su obra es fundamentalmente religiosa y católica».

Es posible que «un lector poco avisado de que Tolkien era católico no aprecie ese fondo, pero puede apreciar la obra porque contiene valores comunes a todos los hombres». Uno de ellos es «la amistad inquebrantable entre Frodo y su criado Samsagaz "Sam" Gamyi, y este último es el gran héroe del libro, al modo cristiano, según explicaba Tolkien». Del mismo modo, el libro no versa sobre «la clásica lucha eterna entre el bien y el mal, aunque está como escenario, sino que el drama de fondo es cómo afrontar la muerte y la eternidad, y como el Señor Oscuro quiere aprovechar los deseos de inmortalidad de los personajes», concluye José Miguel Marqués.