A más de 30 metros de altura y en un paraje aislado del casco urbano se instaló ayer una caja nido que el Ayuntamiento y asociaciones conservacionistas esperan sea el lugar elegido como refugio por una pareja de halcones peregrinos, cuya presencia en Toro podría contribuir a reducir la sobrepoblación de palomas, un problema para el que los vecinos reclaman soluciones. Tras desechar la idea inicial de instalar la caja nido en la Colegiata, por la presencia esporádica de búhos reales en las cercanas barranqueras, finalmente el Ayuntamiento y las asociaciones naturalistas se decantaron por el depósito del agua situado en las eras de Santa Catalina, no solo por su altitud, sino también por encontrarse en un paraje tranquilo, más propicio para favorecer no solo el anidamiento sino también la reproducción de los halcones. La intensa niebla que cubrió ayer Toro no impidió que se llevaran a cabo los trabajos de instalación de la caja nido en el cuerpo superior del depósito del agua, labores que por el riesgo que entrañan llevaron a cabo los bomberos de Toro que, una vez más, demostraron su profesionalidad y preparación. Después de que dos bomberos accedieran a la parte más elevada del depósito, otros efectivos se encargaron de instalar en la caja nido los sistemas de sujeción para elevar la construcción sin riesgos. Una vez situada en la zona más elevada del depósito, miembros de asociaciones naturalistas accedieron al lugar para proceder a su fijación y para colocar otros reclamos y un señuelo, con el objetivo de favorecer el asentamiento de alguna pareja de halcón peregrino.

El alcalde de Toro, Tomás del Bien, supervisó las labores de colocación de la caja nido y destacó que esta medida se complementará con otras para "combatir" de forma natural la sobrepoblación de palomas en la ciudad. Además, remarcó que, si se consigue que una pareja de halcones "colonice" la caja nido, su radio de acción será de cinco kilómetros y su presencia en la zona generará estrés en las palomas, lo que dificultará su reproducción, al margen de las capturas que pueda realizar. En este punto, Del Bien reconoció que la masiva presencia de palomas "es un problema que afecta a todos los lugares donde la despoblación está muy presente", por la existencia de solares vacíos y edificios abandonados que se convierten en el hábitat idóneo para crear "palomares incontrolados". Diferentes asociaciones naturalistas han apoyado al Ayuntamiento de Toro en la materialización de este proyecto, después de valorar la necesidad de adoptar soluciones para reducir la sobrepoblación de palomas, pero sin poner en marcha "medidas letales" que han sido sustituidas por otras que favorecen un control natural o ecológico.

En este punto, el biólogo toresano, Javier Talegón, recordó que se han instalado cajas nido para halcón peregrino en otras ciudades como Salamanca, Madrid o Barcelona porque es un pájaro ornitófago que se alimenta "de aves en vuelo", aunque también su presencia genera estrés en las palomas, lo que puede favorecer que "se espanten". Del mismo modo, resaltó que la presencia de halcones en la ciudad puede convertirse en un reclamo turístico y atraer a más visitantes, aunque reconoció que esta medida precisa de otras acciones complementarias para erradicar el problema de la sobrepoblación de palomas, tales como realizar un control de la natalidad de los ejemplares de esta especie o evitar que inmuebles abandonados puedan convertirse en palomares naturales. En la misma línea, el ecologista Miguel Blanco reconoció que el problema de las palomas es "complejo" que no puede solventarse con una única medida, sino que es necesario implementar más.

Abogó Blanco por impulsar una campaña de concienciación y educación para evitar que los ciudadanos depositen comida en el casco urbano, lo que propiciaría que las aves se desplacen a la periferia y que las "más débiles se queden por el camino", contribuyendo así a realizar una selección natural de esta especie. Además, precisó que las asociaciones naturalistas han propuesto al Ayuntamiento de Toro que estudie la posibilidad de crear palomares controlados con los que se consigue "fijar" la población en un lugar concreto al que se podría acceder para, por ejemplo, cambiar los huevos por otros de plástico que las palomas seguirían incubando. No obstante, para Blanco, es preciso que el Ayuntamiento "obligue" a los propietarios de edificios abandonados a que los "cierren", porque en estos lugares las palomas encuentran el hábitat perfecto "sin que nadie las moleste". Por último, destacó la necesidad de realizar estudios para conocer dónde crían, comen, descansan o viven las palomas y que servirían para ejercer un control natural de la especie.