Tres años después de su última intervención en la iglesia de Tagarabuena, la Escuela Superior de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de Madrid ha regresado a la ciudad para desarrollar una nueva campaña de verano que, una edición más, promueve y financia la Fundación González Allende, con el objetivo de salvaguardar y poner en valor el patrimonio toresano. La iglesia conventual de La Concepción Francisca, situada en la plaza de Santa Marina y que pertenece al Ayuntamiento, es el bien elegido para desarrollar esta nueva campaña de verano que se desarrollará durante este mes y en la que participan 18 alumnos de tres cursos de la especialidad de escultura, coordinados por el profesor Iván López, bajo la dirección de Guillermo Fernández y con la colaboración del historiador toresano y presidente de la Fundación González Allende, José Navarro Talegón. En concreto, la intervención prevista para esta campaña se basará en la restauración del retablo mayor de la iglesia de La Concepción, las pinturas murales que se conservan en la bóveda de la capilla que lo alberga y las puertas policromadas de la sacristía. Para llevar a cabo la restauración del retablo, como apuntó el profesor Iván López, ha sido necesario realizar un trabajo previo de limpieza del conjunto por la suciedad y las capas de barniz oxidado que acumulaba. Asimismo, en este conjunto escultórico, los alumnos procederán a realizar un "asentado de color", actuación que consistiría en "volver a colocar en su sitio toda la policromía y el pan de oro que se ha levantado", para lo que inyectarán adhesivo que permitirá recolocar la pintura y evitará que se pierda con el paso del tiempo.

Del mismo modo, como subrayó López, los alumnos procederán a reconstruir las "partes más representativas" del retablo que se han perdido y remodelarán la zona del camarín en la que adecuarán un nuevo acceso e instalarán una puerta y una vidriera en el fondo de la hornacina de la Virgen, acorde con el estilo barroco del conjunto. Asimismo, en el marco de esta campaña de verano, los alumnos de la Escuela procederán a realizar una reintegración cromática, actuación que se centrará en la bóveda que culmina el altar del retablo mayor y en la que se pueden apreciar "más pérdidas de policromía".

Por otra parte, los futuros restauradores se dedicarán durante la campaña a reconstruir y reintegrar la policromía de las esculturas de Santa Teresa y San Félix. Reconoció López que, desde el punto de vista técnico, el trabajo que ejecutarán los alumnos durante este mes en la iglesia de La Concepción no entraña una gran complejidad aunque si precisa de una minuciosidad milimétrica, al tratarse de un retablo de grandes dimensiones con "muchos recovecos", propios del estilo barroco al que pertenece. En cuanto a su estado de conservación, López reconoció que "pensábamos que estaba un poco mejor", pero al eliminar la primera capa de suciedad y de barniz, los estudiantes han podido comprobar que "estaba muy desgastado", probablemente por una limpieza "muy agresiva" aplicada en una actuación anterior y que ha erosionado el conjunto.

En la misma línea, Navarro Talegón destaca en la memoria elaborada sobre la intervención que acometerán los alumnos que tan magnífico legado estaba "sucio y menoscabado hace años por actuaciones deplorables", en clara alusión al retablo. Asimismo, remarcó que la obra de arquitectura y talla del retablo, de calidad sobresaliente y muy afín al estilo de José Benito Churriguera, se debe a los ensambladores Alonso Manzano, vecino de Valladolid, y a sus "colegas" madrileños Agustín de Vargas y Pedro Bachiller, que "lo contrataron el 14 de febrero de 1701". A los mismos ensambladores se deben las puertas de las sacristías, mientras que el dorado del conjunto y la policromía de las esculturas, trabajos contratados en 1704, más las pinturas murales del entorno son obra del prestigioso dorador vallisoletano Manuel Martínez de Estrada.

Hasta el 30 de julio de desarrollará esta campaña sufragada por la Fundación González Allende que, además, cede el palacio de Valparaíso para el alojamiento de los alumnos y profesores participantes. El centro madrileño han contribuido, desde el año 1984 y de forma ininterrumpida hasta el 2013, a preservar centenares de obra de arte que, de no ser por las campañas de verano impulsadas por la Fundación González Allende, hubieran quedado relegadas al olvido.