Reciben las felicitaciones de profesores y compañeros en los pasillos del instituto Pardo Tavera de Toro. Y es que, el camino recorrido por Isabel Jiménez Escudero y Alba Hernández Jiménez no ha sido sencillo, pero han conseguido superar todos los obstáculos y ayer recibieron el premio a tanto esfuerzo. Las dos jóvenes han logrado pasar a la historia del instituto al convertirse en las dos primeras alumnas de etnia gitana que consiguen graduarse, tras finalizar sus estudios de 4º de la ESO, gracias al apoyo de sus padres y de toda la comunidad educativa. Por sus raíces, como explicaron, cuando accedieron a 1º de la ESO, "íbamos a clase por ir", conscientes de que muchas mujeres de etnia gitana abandonan sus estudios muy pronto para contraer matrimonio y para dedicarse a cuidar a sus familiares y a atender sus hogares. Tras superar el curso, en 2º de la ESO, el instituto ofreció a las jóvenes la oportunidad de continuar sus estudios por la rama de diversificación y, en ese momento, fueron conscientes de que "podíamos seguir por otro camino", lo que las animó a continuar formándose hasta superar los dos cursos restantes del ciclo.

Acompañadas por sus madres, las dos alumnas acudieron ayer, visiblemente emocionadas, a recoger las notas al instituto en el que han vivido momentos gratos y otros más duros, aunque han sabido plantar cara a las dificultades y a los estereotipos hasta conseguir su gran objetivo. Jiménez y Hernández son primas y descienden de familias gitanas asentadas en el municipio y, como integrantes de su "comunidad" se sienten orgullosas de su etnia, pero también son conscientes de que "hemos roto el esquema", ya que un elevado porcentaje de mujeres gitanas abandonan los estudios antes de cumplir 16 años. El apoyo de sus padres ha sido fundamental para conseguir su objetivo, a pesar de que han tenido que compaginar sus estudios con otras responsabilidades adquiridas, por pertenecer a la etnia gitana. De hecho, como reconocieron, en algunas ocasiones han tenido que exprimir cada día al máximo para poder dedicar horas al estudio y atender otras obligaciones que deben atender en el seno de la unidad familiar.

Sin embargo, Jiménez y Hernández han sabido sobreponerse a las dificultades y, tras finalizar sus estudios, "nos sentimos muy a gusto y tenemos la autoestima muy alta", sobre todo porque han demostrado que "si quieres algo y pones en ello todo tu esfuerzo, al final alcanzas tu objetivo". De su paso por el instituto destacan la convivencia con los compañeros porque "ha sido buenísima y nos llevamos un gran recuerdo de ellos, ya que hemos sido una piña y nos hemos ayudado mutuamente". Además, como destacaron, en ningún momento se han sentido discriminadas ni por el resto de alumnos ni por los profesores que, en todo momento, han apoyado a las dos jóvenes hasta que han podido alcanzar su sueño. A partir de ahora, Jiménez y Hernández, esperan iniciar una nueva etapa y continuar con sus estudios en la capital, aunque la decisión final dependerá de sus padres. Y es que, como explicaron, tendrían que desplazarse de lunes a viernes a Zamora para poder estudiar, lo que supone "salir fuera" de su comunidad y, aunque han demostrado que son dos personas responsables, tendrán que esperar a conocer si obtienen el permiso de sus familias. De hecho, si en Toro pudieran acceder a la misma oferta educativa que en la capital no dudarían en seguir con sus estudios pero, como reconocieron sus madres, la "sobreprotección" a la que son sometidas las mujeres gitanas, podría suponer un obstáculo.

No obstante, las jóvenes tienen claro que terminar los estudios de la ESO "abre muchas puertas" no solo para acceder a un ciclo formativo superior sino también para incorporarse al mercado laboral y buscar un trabajo. Además, aspiran a convertirse en un "modelo" para otras mujeres gitanas que quieran continuar con sus estudios porque, como subrayaron, "podemos conseguir las metas que nos propongamos".