Rodrigo Burgos Ortega aterrizó hace poco más de un mes en la dirección del Museo del Vino de Pagos del Rey, una de las iniciativas más ambiciosas del sector enoturístico de la provincia.

El centro de Morales de Toro ha acogido ya, desde su apertura en el pasado mes de marzo, más de siete mil visitas, y ahora, con la nueva gestión de su joven pero experto director, pretenden consolidarse en el mercado en auge de la cultura del vino y crear tendencia en la promoción de los caldos toresanos a todos los niveles.

-¿Cómo ha sido este primer mes en la dirección del museo?

-A pesar de estar aún en periodo de adaptación, estamos notando ya un trabajo anterior en la fase de apertura del museo que empieza a dar resultados en cuanto a visibilidad de instalaciones. Ha sido una etapa muy corta pero productiva, porque mientras me voy sumergiendo en el mundo del vino y centramos a dónde nos queremos dirigir en cuanto a objetivos y a relaciones institucionales, se están recogiendo los frutos de los cinco o seis meses que pasaron desde la apertura.

-Es natural de Burgos y, pese a su juventud, ya contaba con experiencia en la dirección de un museo de libro. ¿El cambio es muy brusco?

-Sí, sobre todo por el cambio de sector. Yo soy gestor cultural, y hay mecanismos comunes en la dirección de un museo, sobre todo privado como era también en el que trabajaba antes cinco años. Yo vengo del mundo del libro y me estoy adaptando al del vino, y salvando la especialización, el resto de agentes son comunes, aunque los objetivos de este museo son más ambiciosos que los del centro del que yo provenía.

-¿Era un completo extraño en el mundo del vino?

-Desde el punto de vista profesional sí. No he trabajado en nada relacionado con el vino, excepto alguna colaboración puntual con alguna bodega. Personalmente, mi familia es de la ribera del Duero y tiene algunas viñas en la zona, por lo que yo me he criado vendimiando. Por eso conocía bastantes términos, pero el resto supongo que lo iré adquiriendo con el tiempo y el rodaje. El mundo del vino siempre me ha gustado y el del enoturismo me resulta muy atractivo, de hecho, creo que es la envidia del resto de sectores culturales porque está en completo auge y tiene empresas muy potentes detrás que a través de la exportación han conseguido conseguirse en referentes del sector alimentario en España.

-En otras zonas, como La Rioja, se está potenciando mucho el enoturismo con visitas a bodegas. Aquí en Toro no, y puede ser un problema. ¿Por qué cree que no ha arraigado?

-Es algo que llama mucho la atención. Por lo que sé, de momento se está trabajando en hacer una ruta del vino, que sería la primera piedra de toque a través de una cohesión entre las bodegas y el sector hostelero y el resto tejido industrial de la zona. Sería poner en marcha un trabajo en común de la cultura del vino en una zona que tiene todos los alicientes de historia, tradición, respeto familiar del sector vinícola y del resto de los sectores. Cada vez se hacen mejores vinos en Toro y la historia habla ya de que hace 500 años el vino de Toro estaba presente en todo el mundo, por lo que las metas y los logros están ahí. Aunque se llegue un poco tarde, se está empezando a trabajar el sector enoturístico con fuerza y va a ir saliendo. La apuesta de Pagos del Rey por el museo pretende ser pionero para que el resto se vaya sumando a esa promoción turística a través del vino pero también de toda la riqueza de Toro y de la provincia.

-¿Hay voluntad y posibilidades para sacar esos proyectos adelante o al final se apostará solamente por el patrimonio?

-Estoy convencido de que saldrá adelante. En otras zonas, donde también esta bodega está presente, se hace ya. Para el turista que viene de fuera, que es el perfil de visitante de la provincia al que debemos aspirar, y también para los españoles, hay zonas como Rioja o Ribera donde está ya muy explotado. La gente quiere experiencias y zonas nuevas. Que Toro y Zamora tengan además ese patrimonio es un valor añadido que se puede sumar para que la provincia, a través del vino, se ponga en valor. El románico es imprescindible y la Semana Santa y el riquísimo patrimonio natural de toda la provincia también, así como la gastronomía. Si a eso le sumas el vino, es una combinación que tiene que funcionar .

-¿Falta impulso de las autoridades locales y provinciales, que dejan iniciativas como este museo en manos privadas?

-Sí, pero en otros países la iniciativa privada es la que capitaliza el propio impulso cultural y turístico. Y aquí, hace dos días, estábamos en Oporto ofreciendo la riqueza de Zamora a través de las instituciones provinciales. Portugal es uno de los principales destinos a los que tenemos que dirigirnos por cercanía. Las instituciones se están poniendo las pilas, aunque es evidente que vamos con retraso, pero siempre es buen momento para empezar. El problema sería no tener los activos necesarios, pero existen y se está empezando a trabajar de manera conjunta.

-¿El resto de bodegas ha apoyado la creación y la actividad del museo, o la diferencia genera rivalidad?

-No llevo el tiempo suficiente para conocerlos a todos, pero está en mis tareas pendientes para el próximo año el acercarme a todas las bodegas, así que de momento no lo sé. De todas formas, no hemos recibido ninguna queja, y lo importante es que se conozca el vino de Toro y que crezca el turismo de la zona. Independientemente del museo, si trabajamos todos juntos para ello, conseguiremos turismo en la zona y eso nos beneficiará a todos porque visitarán más bodegas y consumirán los productos de la zona. Además, lo contarán, y el boca a boca hará que más gente venga.

"Cuesta creer que esta zona no tenga una ruta del vino"

-Desde hace unos años, el vino se ha puesto de moda. ¿Será pasajera o se está creando una cultura que las generaciones más jóvenes no han tenido?

-Si lo comparamos por ejemplo con el auge de la cerveza, el vino en España tiene una tradición de muchos siglos y es innegable que la historia de España está ligada a la de su vino. Los hábitos de consumo de bebidas, ocio y cultura, van cambiando, y el tiempo que dedicamos a disfrutar también. El enoturismo no es una moda sino que ha venido para quedarse y tiene futuro en España como lleva teniéndolo muchos años en Francia o como lo tiene en países sin tradición vitivinícola como Estados Unidos. Las generaciones puente que han perdido ese contacto con el producto y esos valores y sentimiento de la cultura viva del vino, queremos que a través de proyectos como este comiencen a valorarlo.

-Aunque el museo haya abierto sus puertas en el mes de marzo, ya supera las siete mil en pocos meses. ¿Cuál es el perfil del visitante?

-Tenemos un perfil de turista de edad media y alta. También es cierto que hasta ahora no hemos puesto en marcha las líneas estratégicas que el museo pretende desarrollar. Queremos potenciar la promoción y la didáctica de la cultura del vino, por lo que probablemente dentro de un año el perfil del visitante habrá cambiado y se rejuvenecerá más porque pretendernos centrarnos en actividades que tengan más que ver con el turismo familiar o de colegios.

-¿Las próximas actividades se centrarán en los pequeños?

-Sí. Hace unas semanas tuvimos un concurso de pintura, y el próximo fin de semana tenemos organizado una actividad de decoración de botellas. Nos interesa que vengan los niños porque el año que viene tendremos un programa importante de colaboración con colegios y realizaremos trabajos para que los pequeños no visiten únicamente un museo o una bodega sino que buscamos un trabajo de interpretación adaptado a ellos para que lo relacionen con aspectos medioambientales, científicos, culturales, de valores...

-En estos primeros meses, ¿se han encontrado con trabas o con ayudas dentro del sector?

-En el tiempo que yo llevo no ha habido excesivos problemas con nadie. La cuestión es que esto es un elemento diferenciador en la zona y en la región que se debe sumar a la promoción turística que exista. Los arranques son difíciles pero ahora me corresponde un trabajo muy importante de relaciones públicas para darlo a conocer a todo el sector, y tenemos que contar qué es y qué pretende. Sobre todo queremos ser un elemento integrador, y hemos notado el apoyo tanto de los ayuntamientos de Morales y Toro, y a nivel provincial, los contactos que hemos tenido con administración y hostelería se han mostrado encantados de que haya una propuesta más que no compite y no excluye sino que suma. Es una ventaja para todos.

-Esta ha sido la primera vendimia que se vive en el museo, ¿cómo se ha vivido?

-Hemos querido conocer bien la tradición, ya que a nivel personal había oído hablar muy bien de ella en la zona. Nosotros hicimos nuestra promoción con actividades y tuvimos muchísimos visitantes. Es un valor fundamental y una tradición viva que va creciendo y que tiene una cantera importante en los pequeños que lo viven.

-¿Cuáles son los aspectos a mejorar por parte de la Denominación de Origen para que los caldos toresanos den el salto definitivo?

-Los vinos de otras zonas como la Rioja nos llevan mucha ventaja en la promoción enoturística. Es muy necesario hacer una ruta del vino como tienen el resto de denominaciones de origen, grandes o pequeñas, y desconozco cuál es el hecho puntual que hace que no exista una en Toro. Me cuesta imaginar a un bodeguero o institución al que no le interese hacer una, por lo que habrá que poner las cartas sobre la mesa para ponernos de acuerdo. Los vinos de Toro son muy conocidos y consumidos, y es cierto que aún, quizá por competitividad, desde algunas denominaciones se empeñan en ponerle la etiqueta de vino de peor calidad, pero no es así porque aquí los caldos son realmente excelentes. Sólo falta el que seamos capaces de hacer que la gente venga a probarlo y lo cuente.

-A sus 36 años, es un exponente de la nueva generación en el mundo del vino. ¿Ha llegado el momento de la renovación?

-En el tiempo que llevo aquí, solo me encuentro gente joven, quizá porque es un mundo en el que la mayoría son negocios familiares en que las generaciones van cambiando. El mundo del enoturismo es nuevo y está en auge y mucha gente joven está trabajando en ello. Sin embargo, no hay que olvidar a la gente mayor que ponen el poso y la veteranía en valores que hay que transmitir.