¡Viva la Fiesta taurina! Así termina el manifiesto leído en la tarde de ayer en rechazo a la decisión de prohibir las corridas en la comunidad catalana. Por ello, si los diputados que votaron hubieran estado en la plaza de Toro estoy seguro que hubieran cambiado su voto. Porque todo fue perfección en este ritual y espectáculo: el coso, bellísimo, marco incomparable para el desarrollo del festejo; alguacilillos vestidos como corresponde; areneros y personal uniformados. Toros más que bien presentados para esta plaza, todos cinqueños y con diferentes grados de bravura. Con una calidad en el caballo y un comportamiento dispar que siempre hizo que el público estuviera atento a lo que ocurría en el coso. Y finalmente tres toreros que sabían lo que tenían que hacer y que demostraron sus virtudes a la hora de enfrentarse con sus oponentes.

El que sorteó el mejor lote fue el madrileño Fernando Robleño con un primer toro, cárdeno como sus hermanos y muy en el tipo de la casa, con bravura y codicia embistiendo siempre con la cabeza baja con el único defecto de que apenas humillaba. Robleño estuvo muy torero con el en dos tandas con la derecha y sobre todo con una por la mano izquierda llena de ligazón y de temple. En el último tercio de la faena el toro se apaga y el madrileño ha de realizar un toreo más superficial. Lo peor, la espada con la que perdió los trofeos.

Con el quinto, un gran toro noble aunque sin entregarse por completo, el madrileño estuvo en torero y sin probaturas se echó la muleta a la mano derecha para darle dos tandas de derechazos citando de frente y con gran emoción. Cuando se cambia la muleta para la izquierda consigue una serie de mano baja y gran temple. Como el toro se apaga el torero pone todo de su parte con un arrimón tremendo y un desplante de rodillas. La rúbrica fue una gran estocada.

El vallisoletano zamorano «Joselillo» pechó con el lote más complicado. Su primero fue de los típicos «alimañas» tan característicos en el encaste Albaserrada, que sabía lo que dejaba hacia atrás y que continuamente amagaba y no pasaba por lo que tuvo que abreviar. En el sexto, que tampoco le ayudo en exceso, tuvo que hacer un gran esfuerzo para responder al cariño con que fue recibido por el público toresano. Lo más sobresaliente fueron dos series con la derecha, aunque en ningún momento el toro se enterró no humillaba, por lo que no tuvo la perfección deseada. Lo más destacado, la gran estocada con que despachó a su enemigo entrando con lentitud y rectitud por lo que fue premiado con una oreja.

El murciano «Rafaelillo» estuvo con mucha disposición pero sin embargo no terminó de triunfar puesto que en su primero el toro se raja muy pronto y se refugia en tablas y en el cuarto al toro le costaba mucho trabajo desplazarse. Como no acertó tampoco con los aceros, su labor sólo fue premiada con saludos en ambos toros.

Extraordinario éxito de la novillada desarrollada ayer con cuatro novillos de Martín Cilleros, a tres de los cuales se les dio la vuelta al ruedo. El torero zamorano Alberto Durán cortó dos orejas a su segundo novillo y el torero de Camas Esaú Fernández estuvo brillantísimo cortando las dos orejas y el rabo en cada uno de sus dos novillos y, como hemos dicho, fueron premiados por su bravura con la vuelta al ruedo.

Ficha Técnica

Plaza de Toros de Toro. Primera corrida de la Feria de San Agustín.

Seis toros de la ganadería de don Adolfo Martín Andrés muy bien presentados aunque de juego desigual.

Rafael Rubio «Rafaelillo»: Saludos. Saludos.

Fernando Robleño: Saludos. Dos orejas.

José Miguel Pérez «Joselillo»: Saludos. Oreja.

Al iniciar el festejo se leyó el manifiesto en Defensa de la Fiesta que la Mesa del Toro ha elaborado y que se ha leído en diversos cosos.

Destacaron en banderillas José Mora en el primer toro y Manolo Linejo en el sexto.